jueves, 27 de febrero de 2020

"Salí adelante gracias al apoyo del Teléfono de la Esperanza y ahora me formo para dar un poco de luz a las personas que lo necesitan"


Maite González en el puesto de acogida del Teléfono de la Esperanza

El voluntariado del Teléfono de la Esperanza está formado por un centenar de personas que sienten la inquietud de ayudar a los demás, a las personas que más sufren. Todos tienen en común la entrega de una parte de su tiempo para orientar a las mujeres y hombres angustiados, impartir talleres de salud emocional, realizar tareas administrativas, pasar consultas profesionales o facilitar información a las personas que llegan  a nuestra sede. Cada uno de ellos, llega con su mochila de emociones, sentimientos y experiencias vitales. 

Hoy en 'El tiempo de la esperanza', Maite González, una de nuestras voluntarias de acogida nos cuenta su periplo vital, como descubrió el Teléfono de la Esperanza y lo que ha supuesto para su vida. 

¿Cuál es tu actividad profesional?
Soy maestra de Educación Primaria. Trabajo en un colegio público de compensatoria en Torremolinos, el CEIP La Paz. Me apasiona mi trabajo. Este curso escolar soy tutora de un grupo de 5º de Primaria. Tienen en torno a los 10 y 11 años. Me aportan muchísimo. Me dan abrazos y cariño sincero continuamente y aprendo mucho de ellos, creo que mucho más que ellos de mí. Me siento una persona muy afortunada por tener la gran suerte de trabajar en lo que realmente me gusta hacer y me realiza, aunque a menudo resulte difícil y agotador superar una jornada rodeada de tantos niños, cada uno con necesidades muy diferentes que demandan un continuo estado de atención, alerta y preparación minuciosa dentro y fuera del aula, pero es sin duda una labor preciosa.

¿Conocías el Teléfono de la Esperanza?
Lo conocía sólo de oídas, como cualquier otra ONG de las que sabía que funcionaban en Málaga, pero sin información concreta sobre ella. Hasta que un buen día, hará ya unos ocho años aproximadamente, una compañera de mi cole de entonces, nos informó a todo el claustro de un curso de crecimiento personal muy interesante para los docentes. Ella era la psicóloga y orientadora del centro y nos lo recomendó como una formación importante para el profesorado. Y así lo hice. Realicé mi curso de formación de 'Conocimiento de uno mismo' primer nivel, y ese fue mi primer contacto con el Teléfono de la Esperanza.

¿Qué te aportó hacer 'Conocimiento de sí mismo'? 
 El curso fue maravilloso, una experiencia muy intensa, muy impactante y revolucionaria que te ayuda a conocerte entrando en tu yo más profundo de una forma muy afectiva y acompañada, incluso se hace lúdica en muchos momentos. Allí vas descubriendo, desgranando y colocando muchas piezas de nuestro propio puzle vital que te ayuda a comprenderte, aceptarte, perdonarte y quererte mucho más, sintiéndote además dentro de un grupo muy acogedor. Pero lo que también me impresionó, a parte de la experiencia personal, sin duda, fue todo lo que vi: la organización, la labor tan profunda y bonita que allí realizaban; el fantástico grupo humano que trabajaban de forma totalmente altruista con tantísima entrega, profesionalidad, formación y responsabilidad. Me quedé muy sorprendida y con muchas ganas de realizar el segundo nivel, pero en aquel momento, por circunstancias personales no pude. Mi vida continuó y me desconecté nuevamente de esta entidad. Aunque la experiencia del curso me marcó mucho, sin duda, y me ayudó a enfocarme en aquellos momentos, a tomar mayor conciencia de mí misma, a valorarme, a ubicarme y a gestionar mejor mi situación, tanto laboral como personal. En aquella etapa, vivía con muchísimo estrés, dentro de mi relativa normalidad; estaba en el equipo directivo de un colegio de tres líneas, en un cargo de responsabilidad con mucha presión, junto con las dificultades añadidas de una mujer divorciada de hacía pocos años, con dos hijos escolares y con una madre que llevaba ya un tiempo sufriendo una dolorosa enfermedad ósea con múltiples operaciones de columna que cada vez demandaba más cuidados. Tras ese curso, fui gestionando mejor las tensiones del día a día. Un tiempo después encontré una nueva pareja, nos hicimos pareja de hecho; dejé el cargo directivo, me centré nuevamente en la docencia y fui siguiendo así mi camino. 

¿Qué motivó que contactaras con nuestros voluntarios? Explica en qué situación estabas cuando acudiste al Teléfono de la Esperanza, que necesitabas para tu vida y
que es lo que has encontrado?
Pues como se puede ver, soy una persona muy normal, con una vida muy cotidiana de nuestro día a día, y sinceramente, no me veía yo misma, ni creo que me vieran los que me conocen, dentro del perfil que tenemos estereotipado de persona que acude a pedir ayuda a una ONG. Pero precisamente, el Teléfono de la Esperanza trabaja muy a fondo justo en esto; para intentar dar atención a cualquier persona sin un prototipo establecido y a muy diversos niveles de necesidad.

En mi caso, tal como había comentado antes, mi vida continuaba su curso. Pasado un tiempo, la enfermedad de mi madre se complicó con un cáncer que terminó derivando en metástasis y tras una dura lucha con la enfermedad falleció hará dos años a finales del próximo mes de marzo. Pero a esta situación dolorosa se le unió, que justo el día que hacía una semana del entierro de mi madre, mi pareja de cerca de cinco años de convivencia se fue de forma totalmente inesperada para mí, sin previo aviso, ni explicación de ningún tipo, ni discusión previa. Tras esta situación caí en un proceso muy doloroso y fue cuando recurrí al Teléfono de la Esperanza. Pregunté si había algún tipo de ayuda para aprender a gestionar el dolor interior tan intenso que sentía, que había llegado a somatizar en una tendinitis muy aguda y dolorosa de hombro, ya que en mi día a día no podía expresar ese dolor en ningún lugar adecuado, Vivimos en una sociedad totalmente de espaldas a la muerte, como un tabú que todo el mundo evita por completo. El dolor, incluso tienes que disimularlo, ya que desde el tercer día de una defunción tienes que trabajar ya al cien por cien y tus compañeros y amigos ni te preguntan ya lo más mínimo sobre el tema por no remover y si tú un día comentas algo, notas que resulta incómodo porque no saben cómo reaccionar ni que decir. Hasta ante tu familia tienes que disimular, porque ellos también sufren dolor, pero ellos sabían que, en mi caso, llevaba una pena añadida de la que yo ni si quiera sabía dar una explicación y ellos podían creer que era mejor no tocar, como si el normalizar aparentemente todo por fuera pudiera traer una normalidad real por dentro. Qué errónea lógica, ¿verdad? Pero es así como funcionamos a veces. Evidentemente no estamos educados ni preparados para gestionar nuestros sentimientos y aún menos si son en torno a la estigmatizada muerte, a la pérdida y al dolor, cuando es algo por lo que precisamente absolutamente “todos” sin concesiones, tenemos que pasar. Parece que nuestro mundo se recrea y sólo quiere mirar hacia ese estado irreal de: todo debe ser felicidad, todo bonito, todo diversión constante, todo alegría, y fuera de ahí no mires ni por asomo.  
Cuando llamé al teléfono me informaron  que en unos meses daría comienzo un taller especializado en trabajar estos sucesos de pérdidas. Y así fue, en septiembre comencé un “Taller de Duelo”, con un grupo de compañeras que estaban pasando por una perdida igualmente dolorosa para ellas y con nuestra maravillosa terapeuta Leli, fuimos saliendo poco a poco adelante, atravesando un proceso muy duro y difícil, pero fuimos aprendiendo, comprendiendo, procesando, aceptando a nuestro ritmo personal, según las características y necesidades de cada cual. Tras el curso fuimos encontrando más calma, sosiego, aceptación y sobre todo un lugar en el que poder permitirte hablar, contar cómo es tu dolor, cómo te sientes realmente, llorar sin complejo, sentirte realmente comprendido por quién conoce cómo realmente la intensidad de lo que sientes. Todo esto hizo que surgiera una amistad preciosa y muy sincera entre todas nosotras.

¿Qué cursos y talleres has realizado?
Tras el Taller de Duelo, a los pocos meses comencé nuevamente el 'Curso de Conocimiento de sí mismo' que como comenté antes, ya lo había realizado hacía años, pero decidí repetir nuevamente la experiencia y volvió a ser impresionante. Esta vez la unión del grupo fue extraordinaria, incluso con el grupo de personas que vinieron desde Córdoba y de Jaén creamos todos tal conexión y amistad con tanta intensidad que aún mantenemos contacto casi a diario en nuestro grupo. Esta amistad se vio reforzada porque casi todos, al finalizar este primer curso, comenzamos el segundo nivel de “Crecimiento Personal”. En el retiro que se hizo al comienzo de esta formación, volvimos a encontrarnos todos los compañeros de Málaga, Córdoba y Jaén junto a otras tantas nuevas personas con las que pronto estrechamos igualmente lazos y seguimos compartiendo toda información interesante que nos llega casi todos los días. La formación ha sido muy intensa y muy interesante, con mucha calidad humana y profesional de la mano de Carlos López, ha sido una experiencia de un gran nivel. Realmente, en el seguimiento se ha producido una evidente evolución y crecimiento personal en todos nosotros de la que juntos somos testigos. Cada semana esperábamos el momento del curso con gran interés, con muchas ganas de vernos, para comentar y compartir opiniones y experiencias y tomarnos nuestra tapita de después con nuestro ratito de tertulia.
 Igualmente, muchos de los que terminamos el curso, hemos comenzado ahora la formación para ser en un futuro Agentes de Ayuda. Esta formación sí que requiere una gran responsabilidad, no sé si realmente llegaré a sentirme preparada, pero es francamente ilusionante poder llegar a prestar ayuda en un futuro a alguien que la necesite. Esta formación está siendo interesantísima y muy intensa, de la mano de una profesional de la talla de Ana Manrique, con tanta experiencia, es un auténtico lujo recibir sus clases, sus consejos, su calidad humana nos despierta en mil detalles a tener en cuenta en la difícil labor de escucha. Y por no parar, también he comenzado a recibir en la sede un taller interesantísimo de Mindfulness “Atención plena”  que también imparte Carlos López. Este aspecto, intento trabajarlo incluso con mis alumnos en clase, ya que la falta de atención es un problema sumamente importante entre el alumnado de hoy día.  Sin duda, este curso lo recomendaría a todo el mundo sin excepción, ya que personalmente me apasiona la meditación y el yoga. De hecho, estoy realizando una formación para llegar a ser profesora de yoga en un futuro.

¿Por qué decidiste dedicar parte de tu tiempo a acogida? 
Surgió de forma muy espontánea. Sentí el impulso de ayudar como buenamente pudiera en este grupo humano que a mí me había ayudado en su momento. Ayudar, aunque sea con un pequeñito granito de arena para que funcione todo este engranaje, cada día estoy más a gusto y más convencida de colaborar, aunque sea con tan poquita aportación como realizo, me encantaría poder ampliar mi tiempo si dispusiera de más.

¿Cómo es el ambiente entre los voluntarios? 
Es maravilloso. Es cierto, que todos vamos a una y nos apoyamos mucho ante cualquier dificultad que nos pueda surgir. Estamos muy en contacto a través de nuestro grupo y es una experiencia francamente bonita.
Comenzamos juntas otra compañera del curso y yo nuestra labor de voluntariado en Acogida hace ya varios meses. El grupo humano de Acogida es también excepcional. El ambiente es igualmente tan especial como en los cursos y talleres. Existe de forma sincera gran compenetración, cariño y disposición de ayudarnos y apoyarnos entre nosotros, pero sin duda  con la clara y evidente finalidad de ayudar y acoger como su nombre indica, lo mejor que podamos a cualquier  persona que acude a la sede o que llaman para ser atendidos en un momento de necesidad o simplemente para informarse de actividades, eventos, talleres, conferencias, encuentros, formaciones, charlas… porque como dije en un principio, la oferta del Teléfono de la Esperanza es muy amplia y acoge a cualquier posible usuario. Siempre hay algo que se adapta a tu tipo de necesidad en un momento dado.

¿Recomendarías acudir al Teléfono de la Esperanza a otras personas?
Claro que sí. Sin duda, y así lo hago. Intento difundir todo lo que puedo esta experiencia. Por eso insisto en que es muy importante que sepamos transmitir toda esta labor, toda esta información de cara al exterior, para difundir lo que realmente es esta ONG en todas sus dimensiones y potencial, para que llegue a todas aquellas personas que no nos conocen o nos conocen sólo desde una visión muy limitada. Para que aquellas personas que se pueden sentir ajenas o alejadas de la labor que aquí se realiza, logremos llegar a ellas rompiendo los estereotipos de usuario, ya que aquí hay cabida y opciones interesantes para cualquier perfil de persona, no solamente desde un ámbito asistencial que es evidente y fundamental, pero también hay ofertas muy interesantes desde un ámbito meramente formativo, o informativo, lúdico, social, relacional, sin necesidad de pertenecer a ningún sector social, ni a una edad limitada o estado o situación determinado, ni tan siquiera es indispensable  estar puntualmente en crisis para recibir uno de tantos servicios como aquí se despliegan, o para participar como propio voluntario. Aquí hay mucho que dar y que recibir en esta gran comunidad humana.
Sabemos que el Teléfono está muy especializado en la ayuda a personas en situación de crisis muy fuerte, que en un momento de desesperación necesitan ser oídas y cualquier persona se puede sentir así en alguna ocasión, independientemente del prototipo de vida que tenga. Sabemos bien la labor pionera e importantísima en todo nuestro país que realiza esta entidad en la lucha contra el suicidio, y desgraciadamente, esta plaga es evidente que irrumpe en cualquier tipo de familia y contexto social. Aquí se procura dar respuestas a muchos niveles de necesidades personales. Creo que sobre todo y muy especialmente se procura “dar cobertura al sufrimiento humano” de cualquier persona de nuestro entorno inmediato a quien podamos acceder desde nuestro teléfono, desde nuestra propia sede, incluso desde nuestras propias redes sociales. Pero el Teléfono también atiende a personas como pudo ser mi caso que, por algún motivo, en algún momento de sus vidas, sin llegar a estar en una situación de crisis extrema, sentimos la necesidad de ser ayudadas, o simplemente en otro momento nos surge un interés de orientación, de apoyo, de acompañamiento, o sencillamente de formación, información o de desarrollo personal…

¿Crees que muchas veces las personas estamos más solas de lo que parece con tantas conexiones tecnológicas con otros? 
Totalmente cierto. La soledad es una de las peores lacras que padecemos en nuestra sociedad actual y la puede padecer cualquier persona con cualquier perfil de edad, profesión… La desconexión del encuentro persona a persona en contextos y vivencias reales, el exceso de individualismo, la desconfianza en el otro al que sentimos como un extraño, el alejamiento paulatino de los demás cerrándonos en nosotros mismos y sustituyendo las necesidades básicas de socialización por una falsedad virtual de contacto, pero totalmente deshumanizado y desvirtuado, alejado de sentimientos y vínculos reales que son los que surgen en el trato natural del día a día en un contexto real.
Pues justo así es como han surgido las maravillosas amistades que me he encontrado aquí tras compartir nuestras experiencias juntos. Quizás de lo más valioso y bonito de esta experiencia, junto con la vivencia de poder contribuir a que alguien que lo necesite vea una luz y poco a poco logre ir saliendo a flote.

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