En diciembre de 2015 se celebró la Cumbre por el Clima de París en
la que se constató que el aumento de las temperaturas en el planeta provocado
por la emisión de gases y el efecto invernadero es una realidad. Esto va
acompañado de fenómenos metereológicos extremos como las lluvias torrenciales y
sequías prolongadas.
La mayoría de los países firmaron un acuerdo que, entre otras
muchas medidas, les obligaba a cumplir un plan de reducción de gases a la
atmósfera con objetivos concretos por años. Además, también se aprobó
promover el uso de las energías renovables y disminuir sensiblemente la
utilización de energías como el carbón y el petróleo.
El documento suscrito en
París tenía como meta prioritaria que la temperatura media del planeta en
2100 no supere los 2ºC con respecto a los niveles preindustriales;
aunque matizó que los esfuerzos deben encaminarse hacia un incremento medio
menor: 1,5 ºC. Sin embargo, al ritmo actual de descenso muy lento de las
emisiones de CO2 ese aumento de la temperatura se va a producir en 2050.
El
calentamiento del planeta es ya constatable por los informes del Panel
Intergubermamental para el Cambio Climático de la ONU y sus consecuencias
directas son el deshielo incesante del Ártico y la elevación del nivel del mar.
Esto último se está notando, sobre todo, en zonas tropicales de Sudamérica,
África y Asia. La entrada del mar en la tierra junto con la
desertificación de muchos territorios ha impulsado desplazamientos de población
afectada por la pérdida de terrenos de cultivo que necesitan medios de vida.
Son los movimientos migratorios climáticos.
Iñigo Losada, uno de los científicos españoles que trabaja en
el Panel para el Cambio Climático de la ONU, ha destacado que "hasta ahora
las señales eran claras, pero se ha producido una aceleración de los efectos
del cambio climático".
Losada está en el equipo que ha
elaborado el informe sobre los océanos en el que se refleja que el incremento
del nivel del mar, que ya se está produciendo sobre todo en zonas tropicales,
provocará inundaciones de zonas bajas cercanas al mar en el Delta del Ebro, Murcia,
Cádiz y Huelva.
El pasado fin de semana se celebró en Nueva York una
nueva Cumbre Climática, acompañada por el ruido de fondo de
movilizaciones en todo el mundo pidiendo acciones contundentes y decididas para
frenar el cambio climático.
La reunión contó con la presencia de todo tipo de líderes, algunos
abiertamente negacionistas como Bolsonaro y Trump, pero la mayoría de los
países se comprometió a actuar de forma decidida en los campos de la reducción
de emisiones de CO2, impulso a las energías renovables frente a las
fósiles y, entre otras medidas, impulsar la reforestación en muchas
regiones, ya que casi un tercio de las emisiones pueden ser absorvidas por los
bosques.
Llama la atención la cantidad de compromisos y la variedad de los
actores que se han comprometido a emprender programas para cambiar la
situación actual. Hay 70 países anunciando planes de acción nacionales en 2020,
uno de ellos, China, se propone reducir 12.000 millones de toneladas anuales de
gases, la UE promete dedicar nada menos que el 25% de su presupuesto a combatir
el cambio climático, 87 empresas
importantes se plantean reducir las emisiones y alinear sus negocios con
lo que los científicos dicen que es necesario para limitar los peores impactos del
cambio climático y, entre otras muchas promesas, Pakistán plantea sembrar
10.000 millones de árboles en solo cinco años.
Entre la Cumbre de París de 2015 la de este mes
en Nueva York han pasado cuatro años y los progresos han sido pocos, a juicio
de la comunidad científica global y de muchos países que han reconocido que no
llegan al nivel de redución de emisiones comprometido.
A finales de 2018 surgió un movimiento
ciudadadano, liderado por la adolescente sueca Greta Thumberg, que
exige a los lideres políticos y económicos políticas concretas para detener
el cambio climático y sus negativas consecuencias para la vida. La ola de protestas se ha extendido
por todo el mundo, prendiendo especialmente entre jóvenes adolescentes y
universitarios que demandan que se frene el deterioro del planeta poniendo fin
a un modelo de consumo y economía basado en la extracción y consumo de recursos
naturales. Este viernes la llamada Huelga Mundial por el Clima a sacado a la
calle a millones de personas en 150 países con el respaldo de 300
organizaciones.
El papel de la sociedad en los cambios necesarios es muy
importante, ya que no se reduce solo a sensibilizar sobre la emergencia
climática y el deterioro del planeta, los ciudadanos debemos exigir a los
lideres el cumplimiento de las medidas recomendadas por la comunidad científica y
aprobadas en las cumbres mundiales y empezar por cambiar nuestros hábitos de
vida en cuestiones como el consumo de energía, el transporte y la alimentación.
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