sábado, 28 de septiembre de 2019

CON OTRAS GAFAS / La hora de la acción social contra el cambio climático


Greta Thumberg. Foto: EFE

En diciembre de 2015 se celebró la Cumbre por el Clima de París en la que se constató que el aumento de las temperaturas en el planeta provocado por  la emisión de gases y el efecto invernadero es una realidad. Esto va acompañado de fenómenos metereológicos extremos como las lluvias torrenciales y sequías prolongadas.
La mayoría de los países firmaron un acuerdo que, entre otras muchas medidas, les obligaba a cumplir un plan de reducción de gases a la atmósfera con objetivos concretos por años. Además, también se aprobó promover el uso de las energías renovables y disminuir sensiblemente la utilización de energías como el carbón y el petróleo.
El documento suscrito en París tenía como meta prioritaria que la temperatura media del planeta en 2100 no supere los 2ºC con respecto a los niveles preindustriales; aunque matizó que los esfuerzos deben encaminarse hacia un incremento medio menor: 1,5 ºC. Sin embargo, al ritmo actual de descenso muy lento de las emisiones de CO2 ese aumento de la temperatura se va a producir en 2050. 
El calentamiento del planeta es ya constatable por los informes del Panel Intergubermamental para el Cambio Climático de la ONU y sus consecuencias directas son el deshielo incesante del Ártico y la elevación del nivel del mar. Esto último se está notando, sobre todo, en zonas tropicales de Sudamérica, África y Asia. La entrada del mar en la tierra junto con la desertificación de muchos territorios ha impulsado desplazamientos de población afectada por la pérdida de terrenos de cultivo que necesitan medios de vida. Son los movimientos migratorios climáticos.

Iñigo Losada, uno de los científicos españoles que trabaja en el Panel para el Cambio Climático de la ONU, ha destacado que "hasta ahora las señales eran claras, pero se ha producido una aceleración de los efectos del cambio climático".
Losada está en el equipo que ha elaborado el informe sobre los océanos en el que se refleja que el incremento del nivel del mar, que ya se está produciendo sobre todo en zonas tropicales, provocará inundaciones de zonas bajas cercanas al mar en el Delta del Ebro, Murcia, Cádiz y Huelva. 
El pasado fin de semana se celebró en Nueva York una nueva Cumbre Climática, acompañada por el ruido de fondo de movilizaciones en todo el mundo pidiendo acciones contundentes y decididas para frenar el cambio climático.
La reunión contó con la presencia de todo tipo de líderes, algunos abiertamente negacionistas como Bolsonaro y Trump, pero la mayoría de los países se comprometió a actuar de forma decidida en los campos de la reducción de emisiones de CO2,  impulso a las energías renovables frente a las fósiles y, entre otras medidas, impulsar la reforestación en muchas regiones, ya que casi un tercio de las emisiones pueden ser absorvidas por los bosques.
Llama la atención la cantidad de compromisos y la variedad de los actores que se han comprometido a emprender programas para cambiar la situación actual. Hay 70 países anunciando planes de acción nacionales en 2020, uno de ellos, China, se propone reducir 12.000 millones de toneladas anuales de gases, la UE promete dedicar nada menos que el 25% de su presupuesto a combatir el cambio climático,  87 empresas importantes se plantean reducir las emisiones y alinear sus negocios con lo que los científicos dicen que es necesario para limitar los peores impactos del cambio climático y, entre otras muchas promesas, Pakistán plantea sembrar 10.000 millones de árboles en solo cinco años. 
Entre la Cumbre de París de 2015 la de este mes en Nueva York han pasado cuatro años y los progresos han sido pocos, a juicio de la comunidad científica global y de muchos países que han reconocido que no llegan al nivel de redución de emisiones comprometido. 
A finales de 2018 surgió un movimiento ciudadadano, liderado por la adolescente sueca Greta Thumberg, que exige a los lideres políticos y económicos políticas concretas para detener el cambio climático y sus negativas consecuencias para la vida. La ola de protestas se ha extendido por todo el mundo, prendiendo especialmente entre jóvenes adolescentes y universitarios que demandan que se frene el deterioro del planeta poniendo fin a un modelo de consumo y economía basado en la extracción y consumo de recursos naturales. Este viernes la llamada Huelga Mundial por el Clima a sacado a la calle a millones de personas en 150 países con el respaldo de 300 organizaciones.
El papel de la sociedad en los cambios necesarios es muy importante, ya que no se reduce solo a sensibilizar sobre la emergencia climática y el deterioro del planeta, los ciudadanos debemos exigir a los lideres el cumplimiento de las medidas recomendadas por la comunidad científica y aprobadas en las cumbres mundiales y empezar por cambiar nuestros hábitos de vida en cuestiones como el consumo de energía, el transporte y la alimentación.

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