Equipo del Área de Cáncer de Pulmón de la Clínica Universitaria de Navarra. Foto: CUN |
El cáncer es uno de los problemas más graves de salud en este siglo XXI. Una de las primeras causas de muerte en las sociedades occidentales. Como los cuatro jinetes del Apocalipsis, los tumores de colon, mama, próstata y pulmón atacan cada año a miles de personas que luchan contra la enfermedad guiados por los profesionales de la Medicina y apoyados por familiares y amigos. Periódicamente observamos a rostros públicamente conocidos que se ofrecen para actividades solidarias relacionadas con la lucha contra el cáncer o que ellos mismos comparten sus dolores y avances contra la enfermedad. Especialmente las mujeres, son más habituales en tomar esta valiente posición en sus vidas.
Los avances científicos ayudan al aumento de la calidad de vida de los enfermos mientras la investigación sigue su trabajo buscando avanzar en la mejora de los tratamientos y, en la otra gran pieza clave, la detección precoz. Mucho se ha logrado en los casos de los cánceres de colon, mama y próstata a la hora de detectar con antelación lo que ocurre en el organismo humano. Poco hasta ahora en el caso del tumor que afecta a los pulmones. Sin embargo, se ha conocido hace unos días que detectar precozmente el cáncer de pulmón elevaría la superviviencia nada menos que hasta el 80% de los afectados. Este espectacular avance se conseguiría si se implanta en los sistemas de salud una prueba de TAC (Tomografía Computerizada) que ya se ha experimentado en el proyecto IELCAP llevado a cabo durante 15 años por científicos estadounidenses en colaboración con la Clínica Universitaria de Navarra. Se ha probado con éxito en 70.000 pacientes de diversos países. Se trata de una prueba nada invasiva que duraría unos segundos y permitiría poner en marcha tratamientos adecuados para los pacientes. Uso el verbo condicional permitiría porque estamos en España. En Estados Unidos, el llamado cribado de cáncer de pulmón está ya implantado en los dos programas de salud pública existentes y en 2016 se introducirá en el Ejército. Aquí queda por delante que los científicos navarros junto a las sociedades médicas convenzan a las autoridades para implantarlo. El desconocimiento y el coste económico pueden pesar en el ánimo de los responsables políticos, pero más peso debe tener la pérdida constante de vidas en un tipo de cáncer que, solo en 2012, acabó con la existencia de 12.000 personas en España.
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