jueves, 14 de agosto de 2014

El contrato soñado






Eran las nueve de la mañana y Nasruddin
seguía completamente dormido. El sol
estaba en todo lo alto, los pájaros
gorjeaban en las ramas y el desayuno
de Nasruddin se estaba enfriando.
De manera que su mujer le despertó.

Nasruddin se espabiló furiosísimo:
"¿Por qué me despiertas precisamente
 ahora?", gritó. "No podía haber 
aguardado un poco más?".

"El sol está en todo lo alto", replicó 
su mujer, "los pájaros gorjean en las
ramas y tu desayuno se está enfriando".

"¡Qué mujer más estúpida!", dijo Nasruddin.
"¡El desayuno es una bagatela, comparado con
el contrato por valor de cien mil piezas
de oro que estaba a punto de firmar!".
De modo que se dio la vuelta y se arrebujó
entre las sábanas durante un largo rato,
intentando recobrar el sueño y el contrato
que su mujer había hecho añicos.

Ahora bien, sucedía que Nasruddin pretendía realizar una estafa en aquel contrato, y la otra parte contratante era un injusto tirano. 
Si, al recobrar el sueño, Nasruddin renuncia a su estafa, será un santo.
Si se esfuerza denodadamente en liberar a la gente de la opresión del tirano, será un reformador.
Si, en medio de su sueño, de pronto cae en la cuenta de que está soñando, se convertirá en un hombre despierto y en un místico.

¿De qué vale ser un santo o un reformador si uno está dormido?


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