Foto: www.elmundo.es |
Cuando empecé con esta sección de noticias positivas el pasado 31 de mayo, prometí "localizar ese rayo de luz que alumbré las tinieblas" cada sábado. Hice una apuesta por hacerme eco de la esperanza que cada día, en cualquier rincón del mundo, los seres humanos se afanan en sembrar. Una noticia positiva al final de cada semana.
Este sábado, esa flor ha surgido en uno de los lugares más atormentados del planeta. En Gaza. Después de quince días de bombardeo sin piedad, la gente lucha por sobrevivir cada día, sin apenas agua, ni luz y viendo como caen muertos de forma absurda una media de diez niños en cada jornada. Los centros escolares de Naciones Unidas ya acogen a 12.000 personas.
En ese escenario de dolor y sufrimiento, los seres humanos sacan lo peor -los dirigentes israelíes y palestinos- y lo mejor -la gente de a pie- y se retratan como lo que son. Esta semana, un grupo de cristianos ortodoxos, ignorando el fanatismo político y el integrismo religioso, ha abierto las puertas de sus iglesias en Gaza acogiendo a familas enteras con hombres, mujeres, niños y ancianos. Han sido sensibles, empáticos y abiertos al dolor de sus conciudadanos musulmanes dando un ejemplo a todas las comunidades.
La Iglesia de San Porfirio casi se oculta entre minaretes y casas superpobladas en el casco antiguo de Gaza. "Necesitaban ayuda y nosotros se la dimos porque, si ofreces amor, vencerás", explica el arzobispo Alexios. Los pequeños han recuperado las risas y juegos después de perder sus casas y quedar en las calles. Un oasis de vida en mitad de la destrucción. Una pequeña muestra de que el amor y la solidaridad pueden estar por encima de los odios y rencores. Ojalá la chispa del entendimiento prenda entre las dos sociedades enfrentadas y contagie a sus enloquecidos dirigentes.
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