sábado, 19 de julio de 2014

CON OTRAS GAFAS / Las patronas de Veracruz



Hace años que los habitantes de las áreas rurales mexicanas se han acostumbrado a ver pasar a 'La Bestia', un tren de mercancías en cuyos techos viajan cientos de inmigrantes procedentes de Guatemala, Honduras y El Salvador buscando una vida mejor en Estados Unidos. A lo largo de su  paso por México, muchas de estas personas han sufrido robos, secuestros, violaciones y asesinatos, pero también los que viajan en los trenes reciben el apoyo y la acogida en albergues y de grupos de la sociedad civil. Uno de estos lo integran las llamadas 'Patronas de Veracruz', un grupo de 14 mujeres que a diario entregan bolsas con comida y agua a los migrantes que viajan precariamente en los trenes al pasar por su pueblo, La Patrona, en el estado de Veracruz. La fundadora, Leonila Vázquez, comenzó a ayudar en 1995 junto a otras mujeres de su familia. Esta semana han estado en Madrid, participando en una jornada de la Plataforma A Desalambrar  y han contado sus experiencias. Cuando empezaron, preparaban unos 30 kilos de arroz y frijoles cada día y ahora tienen que cocinar nada menos que 300 kilos al día para abastecer a la enorme cantidad de personas que pasan subidos en los techos de los vagones o agarrados a las puertas. Ya no son solo adolescentes y jóvenes, viajan familias enteras y hasta mujeres embarazadas. Las patronas suelen ser avisadas de la llegada de los trenes por voluntarios de un albergue situado más al sur. En los últimos tiempos, han ampliado su actividad dando charlas en las universidades mexicanas donde conciencian a los estudiantes sobre el problema de la inmigración y los desplazamientos masivos de población en el mundo debido a la pobreza, las persecuciones y los desastres naturales. Al norte, de México, cerca ya de la frontera de EE.UU, el sacerdote Alejandro Solalinde acoge en un refugio a grupos de inmigrantes y recoge testimonios de las dificultades del viaje y las amenazas del clan criminal 'Los Zetas'. El propio Solalide ha recibido numerosas amenazas, pero no se arredra y sigue con su labor.
En un mundo en el que las mercancías y los capitales circulan a gran velocidad, pero se levantan muros y alambradas para las personas sin recursos, estos valientes mexicanos son un ejemplo de acogida, esperanza y un modelo en la necesaria construcción de redes de solidaridad con los más débiles.

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