martes, 22 de julio de 2014

5 consejos contra las ideas obsesivas




Victoria Souvirón es psicóloga y voluntaria en el Teléfono de la Esperanza

Muchas veces nuestra mente se convierte en una centrifugadora de ideas obsesivas y preocupaciones recurrentes que dan vueltas y vueltas sin descanso hasta dejarnos emocionalmente agotados, sin capacidad para ver la realidad y mucho menos para buscar soluciones. En Psicología, este tipo de pensamientos que nos martillean el cerebro se llaman rumiativos. El símil no puede ser más gráfico: Igual que los animales rumiantes primero tragan la comida y, después, la regurgitan para volver a masticarla una y otra vez, los seres humanos nos quedamos atrapados en una serie de ideas, casi siempre desagradables, que vuelven a nuestra mente de manera repetida provocándonos un profundo malestar.
“Las cosas se están poniendo feas en la empresa y me van a echar”; “mi pareja ya no es la misma de antes, debe ser que ya no me quiere”; “he vuelto a discutir con mi madre”, “no voy a poder conseguir la meta que me propuse”; “tengo que ir al dentista, qué desagradable…”; “hay que pasarle la Itv al coche y no sé de dónde sacar tiempo”; “mi hijo no va a conseguir la nota para estudiar la carrera que quiere…” Y así, hasta el infinito, muchas personas viven mentalmente en una especie de noria constante de preocupaciones que generan un alto grado de estrés, con el peligro de llegar a desarrollar algún trastorno de ansiedad.
Vivir en este estado no lleva a ninguna parte. Por más vueltas que se le dé a un mismo problema, éste no se va a solucionar hasta que pasemos a la acción. En muchos casos, incluso, el problema ni siquiera existe, pero, sin embargo, nos adelantamos a él y lo vivimos como cierto, porque nuestro cuerpo no distingue entre realidad e imaginación. Llegados a este punto, ¿qué podemos hacer para mantener en calma la mente y no estar constantemente dándole a la manivela de los pensamientos rumiativos? Toma nota de estas cinco herramientas que funcionan muy bien.

1.- Acepta la realidad y no trates de controlarla. La principal fuente de nuestro sufrimiento diario es comparar lo que está pasando con lo que nosotros creemos que debería pasar o nos gustaría que ocurriera.

2.- Cada cosa en su momento. En lugar de pensar de forma reiterativa las mil cosas que tienes que hacer, haz una lista y organiza un plan de horarios y días para ponerlas en marcha. Tacha lo que ya esté hecho, porque así verás cómo vas cumpliendo con las tareas pendiente. Piensa en cada cosa solo y exclusivamente cuando toque llevarla a cabo, no antes ni después.

3.- Igual que viene se va. Cuando te venga una idea obsesiva a la cabeza, trata de visualizarla en tu interior como una nube, que llega y se va, dando paso a momentos de luz y claridad. La meditación es un buen entrenamiento para lograr acallar la mente poco a poco. Meditar no es más que sentarse con la espalda recta, sin forzarla, o en el suelo con las piernas cruzadas y, con los ojos cerrados, centrar la atención en tu propia respiración o en una música relajante de fondo. No es necesario ser budista ni experto en yoga para hacer unos minutos de meditación al día y aprovechar sus muchos beneficios.

4.- Proyectarse en  el futuro. Cuando algo nos preocupe, un truco que funciona es preguntarse: "¿Qué importancia tendrá esto para mí dentro de una semana, un mes o un año?" Seguramente la respuesta será: "Ninguna". Entonces, no perdamos el tiempo en sufrir por algo que tarde o temprano se va a solucionar.

5.- Permítete el regalo del descanso y la diversión. Al final la jornada o al llegar el fin de semana, cierra el ordenador y no vuelvas a pensar en el trabajo hasta el momento de volver a él. Si pasamos nuestros momentos de descanso repasando lo que quedó pendiente y lo que nos espera al día siguiente, al final, no nos permitimos ni disfrutar ni recuperar las energías necesarias para afrontar los compromisos y retos laborales.

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