El pasado lunes 15 de noviembre, Día de la Escucha, celebramos una emotiva eucaristía oficiada por nuestro veterano colaborador Sergio Ferrero Varela. La misa sirvió de homenaje a José Luis del Amo, psicólogo voluntario, y a la orientadora Eulalia Llosa. Ambos han fallecido en los últimos meses. José Luis tuvo su recuerdo en este blog en el post En recuerdo de José Luis del Amo. Hoy queremos recordar a Eulalia.
Varios orientadores veteranos, de los que ya estaban allá por los años 70 escuchando vía teléfono las angustias y problemas de los malagueños de la época han querido evocar para El tiempo de la esperanza quien era y sobre todo como era nuestra muy querida Eulalia. Manolo Montes hizo durante muchos tiempo los relevos en los turnos de escucha a Eulalia y a su marido, Andrés, y los define como "grandes escuchadores" y "grandes consejeros familiares". De la capacidad de escucha de esta orientadora habla Salvador Rodríguez quien comenta que "sabía empatizar con la gente, se ponía en la piel de los demás".
Salvador Rodríguez coincide con Carmen Orellana, otra veterana en el departamento de orientación en la personalidad "maternal" de esta mujer. Maternal en el trato con los compañeros con los que se mostraba como "una madre que nos acogía a todos. Era de ese tipo de madres que rebosan bondad y que están dispuestas a acoger a los demás". Por esa forma de ser, los voluntarios "procuraban estar con ella", siempre pendiente de cualquier problema que pudiera surgir. "Le queríamos todos. Su carácter era conciliador, de las personas que trata de unir, no desunir", revela Orellana.
Eulalia Llosa fue una mujer discreta, entregada y con sentido de servicio a los demás, cualidades que poco a poco fueron conociendo sus tres hijos. Uno de ellos, Ángel, destaca la discreción de su madre sobre los problemas personales de la gente a los que ella tenía acceso. "No comentó nunca sus experiencias en el teléfono, pero vivía la utilidad de ser útil a los demás".
Ángel era un adolescente cuando su madre empezó a colaborar en el Teléfono de la Esperanza y cuenta que ella si dejaba entrever a la familia que por su puesto de orientadora a la escucha de las personas le relataban sus vivencias relacionadas con la soledad o la infidelidad. "En mi cabeza empezaron a aparecer situaciones sociales que no sabía ni que existían". Los hijos también valoran que la pareja Eulalia-Andrés recibían un aprendizaje sobre relaciones familiares que también les beneficiaba a ellos.
Y de la huella familiar a la que dejo entre sus compañeros los orientadores. Manolo Montes lo describe de forma muy gráfica: "Yo sigo en el teléfono por un compromiso que me arrancaron (Andrés y Eulalia) un día de cansancio. Ellos eran teléfono".
Sin duda, Eulalia Llosa dejo una huella de cariño, amor y entrega a los demás, tanto usuarios del teléfono como compañeros. Que descanse en la paz que tanto repartió ella en este mundo.
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