miércoles, 20 de marzo de 2024

La importancia de la escucha activa de las personas

 


Loli Menéndez. Orientadora del Teléfono de la Esperanza   de Málaga

En el Teléfono de la Esperanza dedicamos el día 27 de marzo  a reflexionar sobre la utilidad de la escucha activa, habilidad consistente en prestarles total atención a las  personas a quienes escuchamos, mostrándoles un interés real, haciéndoles preguntas sobre los aspectos más  importantes de los mensajes que nos transmiten para que reflexionen sobre ellos demostrándoles empatía, que es la capacidad de comprender y compartir sus sentimientos,  poniéndonos en su lugar, y percibiendo lo que nos cuentan  desde su perspectiva.

La escucha activa no es pasiva, ya que requiere de quienes la practicamos que, mediante nuestras palabras y gestos, les demostremos a nuestros interlocutores que nuestro interés en sus relatos es genuino.

Errores a evitar en la escucha activa

A continuación, indico una serie de errores a evitar, a la hora de practicar la escucha activa. Mientras que al escuchar pasivamente estamos más atentos a lo que pensamos y a lo que vamos a decir que al mensaje que se nos transmite, al  escuchar activamente estamos totalmente pendientes a lo que se nos dice y a comprenderlo, y reflejamos tanto en nuestros gestos como en nuestras reacciones, que estamos  atentos a nuestros interlocutores.

Cuando aprendemos la citada habilidad, captamos lo que nos  dicen nuestros interlocutores, sus sentimientos, y lo que no  nos dicen por diferentes razones, tales como que no se han  percatado de ello. Evitemos distraernos al  conversar con nuestros interlocutores, ya que esto suele  suceder con quienes emiten mensajes excesivamente largos, y se muestran reacios a que interactuemos con ellos,  por causa del cansancio mental que provoca el hecho de practicar la escucha activa, durante tiempos que se prolongan excesivamente.

Evitemos interrumpir a nuestros interlocutores cuando los  escuchemos, intentando no juzgarlos, ni imponerles nuestros  puntos de vista. Independientemente de que estemos de  acuerdo con lo que nos digan, tienen derecho a ser escuchados y comprendidos.

Independientemente de que consideremos inexistentes o exagerados los sentimientos de la gente que habla con nosotros, es importante que se los validemos. Y por supuesto, no impidamos que la gente que requiere de nuestra ayuda pueda desahogarse con nosotros, al contarle nuestra historia personal.

Recomendaciones para la escucha activa

Las siguientes recomendaciones no solo son practicadas por  los psicólogos y por quienes atendemos el teléfono en el  Teléfono de la Esperanza, pues pueden ser útiles para quienes tengan la paciencia necesaria para aprender a  utilizarlas adecuadamente, ya que son útiles para fortalecer las relaciones.

El refuerzo positivo sirve para animar a nuestros interlocutores a que sigan hablando. Consiste en decir palabras y frases cortas como las siguientes:  sí, ya, claro, entiendo, verdad, ajá, bien, vale, desde luego, comprendo, etc.

El refuerzo positivo es crucial que hagamos cuando mantenemos conversaciones telefónicas porque que nuestros interlocutores no pueden vernos, y, si permanecemos varios  minutos sin decirles nada, pueden pensar que no nos interesan sus conversaciones, e incluso que hemos interrumpido la comunicación con ellos. Al centrarnos en los discursos de quienes hablan con nosotros, podemos captar sus ideas principales, y decírselas con las mismas palabras, o en términos similares a los que nos las dicen, ya que puede ser importante para ellos volver a  pensar sobre las mismas, con el fin de que puedan considerarlas desde diferentes puntos de vista. 

Consideremos el siguiente ejemplo. Imaginemos a dos amigas, una de las cuales escucha a la otra. La que pide ser escuchada, dice:

Esta situación me produce un sufrimiento excesivo.

Su amiga le dice:

Esta situación te produce un sufrimiento demasiado grande.

A lo que la primera responde, después de pensar un 

momento:

Bueno, la situación es dolorosa, pero es soportable.

Si mantenemos conversaciones presenciales, podemos mostrarles la palma de la mano abierta a nuestros  interlocutores cuando terminemos de hablarles, para que sigan hablando.

Podemos pedir que se nos clarifiquen aspectos de los  mensajes que se nos transmiten que no comprendamos bien,  o que pensemos que les pueden ser útiles a quienes hablen con nosotros, para que, al pensar en ellos nuevamente, los vean desde un punto de vista diferente.

A veces podemos pedir clarificaciones de los mensajes que se nos trasmiten, y, en otras ocasiones, podemos pedir que se nos amplíen dichos mensajes porque si no los conocemos con detalle, podemos interpretarlos incorrectamente y darles recomendaciones incorrectas a nuestros interlocutores. Veamos un ejemplo de lo que puede suceder, si no nos informamos bien de lo que se nos dice.

Volvamos al ejemplo anterior de las dos amigas que conversan. Dice la que pide ser escuchada:

-    Tengo que irme de esa casa, porque mi pareja me maltrata.

Su amiga le dice:

-  Es lógico que quieras irte de esa casa, porque a nadie le gusta que le peguen.

La primera dice:

Mi pareja  no me ha pegado nunca. Lo que hace es insultarme, y es por eso por lo que me siento mal viviendo con él. 

Un error como el que he mencionado puede conducir a quienes se desahoguen con nosotros a pensar que no estamos atentos a sus relatos. Hagámosles preguntas abiertas, para que puedan hablar pormenorizadamente de sus preocupaciones.

Las preguntas que les hacemos a quienes hablan con nosotros, deben ser concretas, para no desviarnos del tema de conversación, cortas y comprensibles, ya que es necesario  que no nos extendamos hablando.

Nuestros silencios nos mantienen callados, cuando se supone que debemos hablar porque nuestros interlocutores hacen una pausa, para que puedan ordenar sus pensamientos, y seguir exponiéndonos sus preocupacionesproyectos, etc.

Si mantenemos conversaciones presenciales con las personas y movemos con cierta frecuencia la cabeza arriba y abajo levemente, indicamos que estamos pendientes a los mensajes que se nos transmiten.

Expresemos con nuestros gestos faciales las emociones que sintamos. A modo de ejemplo, sonriamos si se nos dice algo gracioso.

Cuando practicamos la escucha activa, se nos dicen frases, como las siguientes:

  • Ahora que he hablado contigo, siento que me pesa menos el problema que tengo
  • Sigo teniendo mi problema, pero me siento más relajado
  • Después de hablar contigo, veo lo que me pasa de una manera diferente

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