martes, 9 de febrero de 2016

7 consejos para superar el estrés y la ansiedad


Ayuda para combatir la ansiedad
Foto: www.psicoblog.com

Juan Manuel Martín
Cordinador del departamento de Psicología del Teléfono de la Esperanza

¿Cuántas veces hemos dicho u oído, “estoy estresado” “estoy ansioso”?¿Es lo mismo? ¿Puede ser beneficioso el estrés? ¿Hay una ansiedad positiva, activadora? ¿Qué puedo hacer para manejar mi ansiedad?
Intentaremos responder en lo posible, en este breve artículo a estas preguntas. Primero vamos a aclarar algunos términos:
La palabra estrés se utiliza para describir la sobrecarga que la vida va poniendo sobre nuestros hombros y depende tanto de la intensidad de la presión emocional, como de la capacidad de hacerle frente. Esto último es muy importante, porque nuestra capacidad de respuesta va a bloquearse cuando estimamos que nuestros recursos son insuficientes y nos vemos superados por la situación.
El estrés es positivo, cuando somos capaces de poner nuestros recursos al servicio de la solución de un problema y lo conseguimos. Si por el contrario el problema no se resuelve pese a nuestros esfuerzos, se genera una sensación de incapacidad y de verse rebasado por los acontecimientos. Es el germen del estrés negativo que nos perjudica.
¿Qué situaciones pueden causar estrés negativo? Pues aquellas que son nuevas e imprevisibles sobre las que tenemos la percepción de no poder controlar o sobrellevar como:
  • Los cambios: una mudanza, el nacimiento de un hijo, cambio de trabajo...
  • Las interrupciones: la jubilación, ruptura o pérdida de relaciones...
  • Los conflictos: ruina, paro, acoso laboral...
  • La indefensión: enfermedad irreversible, catástrofes naturales, guerras...
            El estrés produce una serie de cambios biológicos en nuestro organismo, que se conocen como síndrome general de adaptación. Tiene tres fases: alarma, al principio, en la que va subiendo la activación fisiológica, resistencia, se alcanza un máximo útil para afrontar la situación pero que no debe prolongarse en el tiempo, de lo contrario se llega al agotamiento con el que se desmorona la resistencia de la persona y puede sucumbir a la enfermedad.
El estrés puede ser el causante de la ansiedad, no al revés.
La ansiedad es una reacción escasamente controlable por parte del individuo. Es una reacción positiva y natural que el organismo pone en funcionamiento para defenderse ante una amenaza o ante una situación difícil, estresante. En este caso, sirve para activar la atención, mejorar la concentración y nos lleva a superar las situaciones comprometidas con nuestros recursos personales.
Ahora bien, en ocasiones desarrollamos una ansiedad desproporcionada e irreal en la que la respuesta es mucho más intensa y continuada de lo que la situación requiere. Se convierte en negativa y contraproducente inhibiendo nuestras capacidades y el rendimiento.
Estas son algunas situaciones vitales que actúan como potencial amenaza y por tanto, generadoras de ansiedad:
  • Aquellas en que se evalúa a la persona: un examen, una entrevista de trabajo ...
  • Cuando hay una amenaza personal: presentar una reclamación cara a cara, hablar en público, acudir a una cita con desconocidos...
  • Hay estímulos que son fóbicos para algunas personas: agujas, reptiles, ascensores...
  • En ocasiones, situaciones de la vida cotidiana: el trabajo, las responsabilidades, el estudio, las prisas... Se hablaría en este caso, de rasgo de personalidad.
Pilar Varela, en su libro 'Ansiosa-mente. Claves para reconocer y desafiar la ansiedad', proporciona las siguientes para afrontar la ansiedad:

1. Interpretar adecuadamente las situaciones. Como en ningún momento dejamos de hablar con nosotros mismos, ante cualquier acontecimiento, las ideas que manejamos nos provocan sentimientos. Las personas ansiosas mantienen con frecuencia monólogos característicos que tienen como base la preocupación, la autocrítica, el victimismo y el perfeccionismo. Todos ellos distorsionan la realidad y la hacen más amenazante de lo que en realidad es.

2. Desterrar los pensamientos ilógicos que tienen como denominador común la exageración, el pesimismo y la falta de flexibilidad.

3. Descubrir y expresar los sentimientos, dando prioridad a las emociones positivas como la gratitud, la alegría o la esperanza, frente a las negativas como el miedo, la ira o la tristeza. Dar cauce adecuado a las emociones negativas es muy necesario para no acumular el malestar dentro de nosotros.

4. Saber ser asertivo, diciendo NO, cuando sea necesario decirlo. Al fin y al cabo, no podemos agradar a todos ni a cualquier precio. No conviene anteponer los intereses de los demás a los propios, mostrándonos siempre sumisos, para que nos acepten.

5. Aprender a ser sosegado. Es de mucha utilidad aprender algún método de relajación y practicarlo diariamente. Puede servir igualmente el yoga, meditación o el tai - chi.

6. Cuidar la alimentación. Hay que atender a lo que se come y a cómo se come, empleando el tiempo que tan importante función requiere. Comer debe ser una actividad relajada y relajante. Sabemos que ciertas sustancias elevan la ansiedad de las personas y hay que evitarlas en lo posible: cafeína, nicotina, exceso de sal, estimulantes, como anfetaminas o cocaína.


7. Ser cauteloso con los medicamentos. Los fármacos pueden reducir de forma efectiva los síntomas de la ansiedad, pero potencian su acción, los tratamientos psicoterapéuticos. Los tratamientos con ansiolíticos no deben suprimirse de forma repentina, siempre consultando al médico que los prescribió y nunca automedicándose.


Direcciones útiles para obtener más información:

SOCIEDAD ESPAÑOLA PARA EL ESTUDIO DE LA ANSIEDAD Y EL ESTRÉS: http://www.ansiedadyestres.org/

INSTITUTO NACIONAL DE LA SALUD MENTAL (ESTADOS UNIDOS):

ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD:

COLEGIO OFICIAL DE PSICÓLOGOS:



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