El 'indagador' se acercó respetuosamente al 'discípulo' y le preguntó: "¿Cuál es el sentido de la vida humana?".
El ´discípulo' consultó las palabras escritas de su ´maestro' y, lleno de confianza, respondió con las palabras del propio 'maestro': "La vida humana no es sino la expresión de la exuberancia de Dios".
Cuando el 'indagador' se encontró con el 'maestro' en persona, le hizo la misma pregunta; y el 'maestro' le dijo: "No lo sé".
El 'indagador' dice: "No lo sé". Lo cual exige honradez.
El 'maestro' dice: "No lo sé". Lo cual requiere de una mente mística capaz de saberlo todo a través del no-saber.
El 'discípulo' dice: "Yo lo sé". Lo cual requiere ignorancia, disfrazada de conocimiento prestado.
Thony de Mello
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