jueves, 14 de octubre de 2010

El amor a la vida de los 33 de Atacama

La hazaña de los 33 mineros chilenos ha emocionado al mundo por su resistencia, capacidad de superación y por mantener viva la llama de la esperanza pese a llevar más de dos meses sepultados en vida y, sin duda, tentados por la oscuridad del desánimo causado por la situación tan dura que vivían. Dice el diccionario de la Real Academia Española que la esperanza es "el estado de ánimo en el cual se nos presenta posible lo que deseamos". Esperanza. Así con mayúsculas se llamó el campamento instalado 700 metros arriba de su prisión. Fue el centro de operaciones donde los sanitarios, equipos de rescate, técnicos y familiares trabajaban y esperaban. Un lugar en el que se improvisaban canciones, se elevaban oraciones y se transmitía amor los atrapados.
Una mezcla de aplicación de las tecnologías más avanzadas e inteligencia aplicada a lo más preciado que tiene el ser humano, la vida, ha hecho posible mantener vivos, activos y esperanzados a esos 33 hombres enterrados bajo la tierra.
La tecnología ha estado al servicio de ellos en todo momento y gracias a eso han podido llevar una vida diaria alimentados, vestidos, apoyados por psicólogos y mimados en detalles personales como el envío de las medicinas necesarias para un diabético y un hipertenso. No les faltó calor humano. Se les dio apoyo técnico y en la sonda también bajó el amor.
Los mineros no solo sobrevivieron por el enorme esfuerzo humano y técnico del exterior sino también por una corriente telúrica que se movía bajo la tierra y les hacia palpitar, sentirse vivos y apoyarse unos a otros en momentos que solo ellos saben como han sido. La corriente de la esperanza. Por ese alimento diario de esperanza que les guiaba hacia la meta posible de su salida del agujero trabajaban, descansaban y convivían cada día.
En los últimos días de encierro, estos hombres todavía han tenido la fortaleza de preocuparse por como atender a la enorme expectación mediática que les esperaba arriba. Se han formado en oratoria y su sabiduría natural ha hecho que rechazaran ofertas de más de 4.000 euros por exclusivas televisivas cuando sus salarios apenas llegaban a los 900 euros. No todos habrían hecho lo mismo. Con el paso de las horas la presión de la industria que comercia con las emociones humanas ha aumentado sus ofertas mientras ellos descansaban en el Hospital de Copiapó.
La salida al exterior de estas personas fuertes, solidarias y entregadas a la vida sirvió para dar otra lección de humanidad. Ahí estaba Mario Sepúlveda, uno de los más alegres del grupo, rodeado de su mujer y sus hijos regalando palabras sencillas, salidas del corazón y difíciles de refutar. "Dios y el diablo han luchado. Dios ha ganado y me he agarrado a su mano". O el mensaje de sensatez al pedir "que me traten, no como un artista, no como un periodista, sino como lo que soy, un minero". Cerró sus palabras con una justa petición de mejora de las condiciones laborales y parece que el Gobierno chileno recoge ahora el guante para darle la vuelta a tanta falta de seguridad y explotación humana en las galerías bajo tierra.
Solo unas horas después de la extraordinaria corriente de alegría, reflexiono sobre nuestro mundo de hoy. Vivimos en una sociedad contradictoria. Ciencia, Tecnología, Medicina y Psicología han echado los restos para salvar 33 vidas humanas, pero la celebración mañana del Blog´s Action Day me recuerda las paradojas del modelo de vida que el sistema económico mundial está creando. En la India, el segundo país más habitado del planeta con 1.166 millones de habitantes, hay más teléfonos móviles activos que personas con acceso al agua potable. Son 545 millones de celulares frente a solo 366 millones de personas que tienen agua potable y un baño en su casa.
La ciencia y los avances técnicos pueden lograr auténticas proezas cuando están al servicio del ser humano, pero también marginarlo cuando acuden a él solo como un cliente que consume y no tiene en cuenta sus necesidades más básicas porque no son negocio.

No hay comentarios: