Los voluntarios, colaboradores y usuarios del Teléfono de la Esperanza de Málaga estamos de enhorabuena. Después de dos años trabajando en la sede provisional, un local cedido por el Ayuntamiento de Málaga en la calle Lagunillas, volvemos a ‘Villa Esperanza’, la casa del teléfono desde 1976, que ha sido rehabilitada durante los dos últimos años.
Hoy quiero recordar los orígenes de esta construcción y las luchas y esfuerzos para que el proyecto saliera adelante. ‘Villa Esperanza’ es una vieja casona que regala un cierto aire romántico a la vista. Sus fachadas, ventanas y buhardillas expresan la sencilla elegancia del estilo inglés victoriano. Su interior alberga ecos de vidas pasadas, a veces, entre la literatura y la realidad.
La casa fue edificada en 1930 por María Lafuente de la Cuadra, una profesora de solfeo y piano que impartía clases en el Conservatorio, a domicilio y en la propia vivienda. En la fiesta de inauguración se repartieron 100 'pucheritos', unos recipientes de cerámica con caldo de puchero. Por allí pasaron muchos de los actores y músicos que venían a actuar a Málaga y después asistían a las veladas en la que hoy es ‘Villa Esperanza’. Posteriormente, la señora permitió que en la parte de arriba un médico construyera su vivienda. Los datos los recogió el periodista Juan José Palop en el número de marzo de 2001 de su revista 'El Compás'
Los pioneros del Teléfono de la Esperanza en Málaga compraron la parte de arriba del chalet al médico en 1976, mientras dos mujeres, sobrinas de la profesora de música que había fallecido, permanecieron en la planta baja con un hermano que sufría problemas mentales. Durante años la casa albergó los dos usos, en la zona superior la escucha, atención telefónica y las actividades de formación y ayuda del teléfono y en la baja la vida familiar de las dos señoras.
El fallecimiento de las dos mujeres en 1990 marcó un punto de inflexión y a principios de la década actual, Juan Sánchez Porras, el presidente de la entidad, se planteó adquirir la vivienda. El inmueble ya presentaba graves problemas de sobrecarga en la estructura, cimentación y humedad mientras la maleza crecía en el jardín exterior. Los vecinos del barrio le llamaban 'la casa del gato' por un felino de escayola que hay en el tejado. Otro animal protagonizó años más tarde, durante las obras, una curiosa anécdota. Se trata de un mono, cuyo esqueleto apareció enterrado en el jardín. Se presume que había escapado de una de las jaulas del conocido 'jardín de los monos' en la Plaza de la Victoria. La idea de comprar y rehabilitar tomó cuerpo y Juan compartió en aquellos años su visión de futuro con el arquitecto José Luis Cerezo, que apoyó el proyecto desinteresadamente. Finalmente el empeño del presidente y el apoyo de los voluntarios de la asociación dieron su fruto. La compra a las herederas de las ancianas fallecidas de la planta baja se logró cerrar con un expediente de expropiación del inmueble ya abierto. El Ayuntamiento aceptó la rehabilitación del caserón antes de que avanzara su deterioro y lo catalogó en el PGOU como vivienda protegida arquitectónicamente. Además, su uso deberá ser siempre público y social para evitar así la especulación algo que ya hizo daño con la conversión del espacioso jardín en un bloque de pisos. 'Villa Esperanza' es hoy una sede de lujo para una asociación sin ánimo de lucro. En la próxima entrada a éste blog, contaré cómo son las instalaciones en la que ya se trabaja y los valiosos apoyos que hemos recibido de entidades e instituciones para que aquella casa al borde de la ruina reúna un servicio de escucha, orientación y ayuda con toda la profesionalidad que se requiere hoy día.
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