Una gala entre la copla y el humor. Así, como le gustó definirla a nuestro presentador, el pintor Antonio Montiel, fue nuestra velada benéfica del pasado martes 22 de mayo. Una noche en la que hubo risas, canción española y emociones. Amigos, colaboradores y simpatizantes del Teléfono de la Esperanza, llenaron el Teatro Cervantes y disfrutaron del arte de grandes profesionales de la canción, la música y el humor.
Juan Sánchez, presidente del Teléfono de la Esperanza, subió al escenario del más antiguo de los coliseos malagueños pasadas las ocho de la tarde para agradecer el apoyo de instituciones, voluntarios y colaboradores. A continuación trasladó a la audiencia un mensaje de esperanza y solidaridad construido sobre la significativa nomenclatura que el callejero malagueño sitúa alrededor de nuestra sede. "Para llegar a donde nos instalamos hace 46 años hay que pasar por la calle Amargura y por casualidad o causalidad nos encontramos con 'Villa Esperanza' para vencer ese sentimiento de desaliento, la amargura, es justamente eso, el estado de ánimo que nos presenta como posible lo que deseamos, lo que ambicionamos, por lo que luchamos y nos lleva a la victoria, nos ayuda a relativizar las dificultades y a vencer las crisis personales y vitales que a menudo nos zarandean".
La esperanza que tantas mujeres y hombres sienten al salir de nuestra tranquila casa se dibuja también, por casualidad o causalidad, al salir de ella y doblar a la izquierda hasta encontrarnos con la Virgen de la Victoria dominando la ciudad o hacia la derecha al adentrarnos en el Camino Nuevo. "En todo camino nuevo que emprendemos -resaltó Juan Sánchez- el Teléfono de la Esperanza nos puede servir de brújula, de estrella que iluminará la senda por la que podemos encontrar la salida del posible laberinto de nuestra desorientación a través de nuestros servicios de ayuda, muy profesionalizados, tanto por teléfono como presenciales".
La ruta del Camino Nuevo en Málaga lleva al ancho mar, y en el camino de la vida a navegar y no "dejarnos abatir por las tempestades".
El presidente del teléfono agradeció a los "magníficos" y "solidarios artistas" su generosa colaboración y dio paso al presentador. "Es todo un privilegio presentar a todo un guerrero de la luz, al pintor del alma, al insigne pintor malagueño Antonio Montiel".
El pintor malagueño condujo con su sensibilidad artística nuestra gala por segunda vez. En una noche de canción malagueña y española, tuvo unas palabras de homenaje sincero para su amigo, el cantaor Antonio de Canillas, figura del flamenco y la saeta, y colaborador de diversas causas sociales, entre ellas la lucha contra el cáncer.
Antonio Montiel dio paso al ballet de José Lucena que puso en escena una coreografía de bailes de malagueñas, verdiales y jábegas en el que las bailarinas lucieron coloristas trajes de fiesta.
Antonio Montiel dio paso al ballet de José Lucena que puso en escena una coreografía de bailes de malagueñas, verdiales y jábegas en el que las bailarinas lucieron coloristas trajes de fiesta.
La primera de las cantantes en intervenir fue la perchelera Raquel Framit que, precisamente, cantó 'Percheles', y a ella le siguió Patricia Vela. La entrada de la cantante sevillana fue espectacular, apareciendo desde la oscuridad del patio de butacas para regalarnos su canción 'La copla en mi voz', un referente para la nuevas generaciones de cantantes del género. Los sonidos del piano de José M. Vaquero acompañaron a las dos artistas.
El gran Moncho Borrajo cerró la gala con su análisis incisivo de la actualidad política española y sus momentos de ternura inteligente. Borrajo se sentó y puso su alma de artista -actúa, canta y también pinta- al servicio del mensaje de la esperanza. El gallego tomó un teléfono, se rodeó de silencio y evocó la tristeza de las personas angustiadas que llaman al Teléfono de la Esperanza. El Cervantes se vino abajo.
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