Desde la formulación del Principio de Incertidumbre de
Heisenberg, sabemos que no es posible saber con total exactitud en qué posición
y en qué momento se encuentra una partícula subatómica, sólo podemos
establecerlo en términos de probabilidades; también que las partículas del
mundo subatómico no muestran ninguna propiedad de modo absoluto, sino que
muestran una u otra en función de lo que queramos medir. Para los físicos
cuánticos el observador influye en el fenómeno observado de tal manera que
forman un binomio inseparable. Podemos afirmar entonces que las entidades del
mundo subatómico muestran tendencias a
existir y tendencias a ocurrir, en
función del fenómeno que el observador quiera constatar.
Nuestras relaciones intensas son inestables y en ellas
existe incertidumbre: no sabemos con certeza cuál será el resultado de la
interacción, pero podemos crear una
tendencia u otra dentro de la relación en función de cuál sea nuestra
disposición con respecto a ella. Todos hemos experimentado en alguna ocasión
que cuando parecía que una relación quedaba rota para siempre, hemos sido
capaces de establecer un clima de una gran intensidad comunicativa que ha
facilitado la reorganización y la superación del conflicto; después esa
relación ha quedado más consolidada.
Tenemos la necesidad de viajar al interior de nuestra
emocionalidad, al núcleo de nuestra vivencia, para encontrar un sentido a lo
que nos ocurre; nos sentimos atraídos hacia nuestro interior para organizar
nuestra experiencia. La fuerza de atracción entre los electrones de carga
negativa y el núcleo atómico de carga positiva es la fuerza fundamental que
origina los fenómenos del átomo. Para las personas, es diferente relacionarse
desde el núcleo de su interioridad o hacerlo de un modo superficial.
Para establecer una relación con otra persona desde el
núcleo personal, es necesario entrar en contacto con ella, ser genuinos y compartir,
mostrándonos transparentes, una parte del núcleo propio, de la propia vivencia.
Esta acción de compartir nuestra intimidad al principio es vivida como un
desgarro, un tenue rompimiento, que nos deja una sensación de vulnerabilidad,
aunque genera una gran cantidad de energía relacional. La fisión nuclear, que
consiste en la división del núcleo atómico en dos partes con gran liberación de
energía, es el proceso que está detrás del funcionamiento de los reactores
nucleares y su capacidad para producir cantidades inmensas de energía.
Los seres humanos representamos una excepción al segundo
principio de la termodinámica, el de la entropía, una ley que tiene un estatus
diferente al de otras leyes de la ciencia, ya que está formulada en términos
probabilísticos: unas veces se cumple (la mayoría) pero otras no. El antídoto
contra la entropía de un sistema es la información, ya que permite una
reorganización de los elementos del sistema, contrarresta la tendencia al
desorden y propiciando la aparición de un nuevo orden, más complejo y
evolucionado que el anterior.
No sirve cualquier tipo de información: la información
superficial, irrelevante, la que tiene dobles significados o las distracciones
no disminuyen la tendencia a la entropía de una relación, sino que la aumentan.
Sólo con una fluidez comunicativa auténtica, sincera y transparente desde
nuestro núcleo es posible el reencuentro después de un conflicto. Es
extraordinario el poder de la comunicación y la información para reordenar los
sistemas de relaciones; sólo con comunicación auténtica, que siempre supone un
riesgo, es posible reparar sistemas de relaciones decaídos.
Sólo con comunicación auténtica y transparente conseguiremos
que actúe una tendencia actualizante y constructiva en nuestras relaciones.
Tenemos la capacidad de elegir libremente qué tendencia queremos crear en
nuestras relaciones afectivas más intensas, que es lo mismo que decidir qué
camino queremos transitar en la vida, porque estamos muy condicionados por
éstas. Si decidimos dejar que actúe esta tendencia formativa en nuestras
relaciones, es muy probable que creemos un encuentro intenso que nos brinde
oportunidades de crecimiento y transformación. Puede que por el camino sintamos
que todo va adquiriendo sentido y nos vivenciemos liberados y seguramente más
felices.
Acepciones de la palabra Entropía, según la Real Academia de la Lengua
1. f. Fís. Magnitud termodinámica que mide la parte no utilizable de la energía contenida en un sistema.
2. f. Fís. Medida del desorden de un sistema. Una masa de una sustancia con sus moléculas regularmente ordenadas, formando un cristal, tiene entropía mucho menor que la misma sustancia en forma de gas con sus moléculas libres y en pleno desorden.
3. f. Inform. Medida de la incertidumbre existente ante un conjunto de mensajes, de los cuales se va a recibir uno solo.
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