El Teléfono de la Esperanza celebra hoy 15 de noviembre el Día de la Escucha en el que reivindica la importancia de una escucha activa y empática para el bienestar de todas las personas. Cada año, dedicamos el día a una figura o colectivo como han sido la mujer o los inmigrantes. Este año, el Día de la Escucha lleva el lema 'Cuidemos al cuidador' y se centra en la atención a las personas que cuidan de forma permanente a familiares o conocidos enfermos crónicos, terminales o discapacitados. Dos de cada tres cuidadores sufren estrés y las llamadas que hacen al Teléfono de la Esperanza nos desvelan que frecuentemente padecen sentimientos de soledad, ansiedad, miedo, culpa y rabia.
Ana Manrique, psicóloga y voluntaria en el Teléfono de la Esperanza, impartió anoche una documentada y completa conferencia titulada 'La culpabilidad' ante un salón repleto de personas hasta el punto de que varias jóvenes escucharon atentas en el suelo después de cubrirse todo el aforo.
Ana inició su alocución advirtiendo que el sentimiento de culpa puede alcanzar a cualquier persona porque "todos nos hemos educado en la culpa, es la manera de educar en Occidente". El elenco de fuentes alimentadoras de culpa es tan amplio que abarca a instituciones, familia, trabajo, profesores, gobiernos y el consumismo instalado en la sociedad.
Sufrir un sentimiento de culpabilidad es un sentimiento que hace aflorar un malestar más profundo, pero también puede ser una excusa, una máscara para camuflar la realidad.
Afrontar el sentimiento de culpa con responsabilidad permite superar esa situación que, "como todos los sentimientos, es fuente de superviviencia, pero lo malo son los extremos", destacó Manrique.
A su vez los sentimientos, cualquier tipo de ellos, son el vehículo de expresión de las emociones innatas o las aprendidas. En el terreno del sentimiento de culpa, nuestra compañera diferenció entre culpa consciente o inconsciente y malsana o fecunda.
En el ámbito de los cuidadores y a la luz de las experiencias que transmiten al Teléfono de la Esperanza en llamadas y talleres, Ana Manrique evidenció que estos pueden "sufrir miedo a que si no está en ese momento con la persona a la que cuida le ocurra algo a esta". "A menudo se sienten encadenados y culpables hasta el punto de que algunos sienten una liberación cuando fallece el enfermo. También los hay que se quedan con la culpa de no haberlos cuidado lo suficiente", explicó.
La psicóloga insistió en lo nocivo que es el sentimiento de culpa latente en la sociedad occidental frente a la oriental más abierta a la naturaleza y que las personas se expresen.
Abrirse a la ayuda. La salida del sufrimiento y las cadenas que crean la culpa pasa porque la persona sea consciente de su situación y pida ayuda a otros.
Perdonar es sanar. El perdón, ya sea de una persona a otra o el perdón asimismo, es una fuente de sanación. Ana Manrique resaltó las ventajas de saber perdonar y de perdonarse la culpa: armonía, serenidad, crecimiento y madurez.
Como mensaje final de su intervención, apostó por "estar convencidos de la integración de la vida y la naturaleza en nosotros y vivir todos en esa nube de energía que hay para crecer porque de lo malo sacamos lo bueno".
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