La labor del Teléfono de la Esperanza abarca numerosos aspectos de la personalidad y los procesos vitales de las personas siempre con el objetivo de dar ayuda y atención en crisis o de promover la salud emocional en general. Una de las situaciones más duras que se puede vivir es cuando una persona, la mayoría de ellas mujeres, dedican su tiempo y su vida a cuidar a otros que están enfermos, impedidos o son muy mayores y no se valen por sí mismos. Hoy recogemos el testimonio de una mujer cuidadora que ha hecho recientemente el taller 'Cuidando al cuidador' en el Teléfono de la Esperanza de León. Estas son sus experiencias, emociones y sentimientos que ha querido compartir con todos.
En un momento difícil de mí vida y, aunque soy reacia a ello, tuve que acudir a un profesional, para ayudarme a salir del bache. Ella me hablo del teléfono de la esperanza y me dijo que el taller de CUIDANDO AL CUIDADOR, podría venirme bien. Acertó de pleno, pues ha sido una experiencia estupenda y además crea adicción.
He conocido gente que vive una situación similar a la mía, que a veces no se siente valorada, ni comprendida, ni escuchada. Mujeres que llevan una pesada carga, por el hecho de ser mujeres, cuando en su familia existen hombres que podrían desempeñar su mismo papel, pero nadie se lo exige. El precio pagado, a veces, es muy alto; pero, lo hacen con tanto AMOR.
Me sorprendía, sobre todo, cuando nos daban los temas para leer y preparar en casa, como había cantidad de cosas que yo había sentido, vivido, experimentado, estaban perfectamente definidas y catalogadas, qué alegría sentir que no eras un bicho raro y que había personas que estaban sintiendo emociones similares a las tuyas.
El clima fue estupendo desde el primer día, era un entorno propicio para una comunicación sincera, sin temor, la escucha atenta de las compañeras te hace sentir que se implican en tu experiencia, poniéndose en tu lugar, para aportar un consejo, una palabra de ánimo.
Tengo que reconocer que al principio fue muy duro, había tanto dolor en alguna de las historias escuchaba, que pensé en abandonar. Gracias a Dios, no lo hice y ha sido muy enriquecedor y me ha ayudado a crecer como persona.
La calidad humana de los grupos ha sido excepcional, he sentido que me escuchaban y que me comprendían.
Quiero dedicar unas líneas a Mercedes. Transmite paz, alegría, ganas de vivir, a pesar de los momentos duros que ha sufrido, no ha renunciado ni un solo día a nuestro taller, enseñándonos a aceptar lo que te toca en cada momento de tu vida, todo te aporta algo, pero hay que estar despierto, tener todos nuestros sentidos receptivos, pero, sobre todo lo más importante el corazón, el alma, para poder canalizar todas esas emociones que marcaran el camino de nuestra vida.
El timón del barco está en nuestras manos, habrá días con marejada a fuerte marejada, otras días el mar estará sereno, no importa las circunstancias externas, el sol está dentro de nosotros, pues como dice tantas veces Mercedes todos somos únicos e irrepetibles y tenemos una fuerza y un valor increíble. Aunque los demás no nos los digan, no podemos cometer el error de depender de nuestro ego.
Gracias a todas por todo lo que me habéis aportado.
Un beso y un abrazo muy fuerte desde el fondo de mí corazón.
Pily
Pily
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