Caty Casasola, una de las personas que formó parte del grupo de fundadores del Teléfono de la Esperanza de Málaga en 1976, hizo vibrar el pasado miércoles al salón de actos de 'Villa Esperanza', que se llenó de gente para escuchar su documentada conferencia 'La saeta' y tuvo ocasión de oírla cantar a ella y otros cantaores. Caty fue presentada por el no menos vibrante Sergio Ferrero, otro de los fundadores del teléfono y autor de los dos grandes mosaicos que hay en el salón. Ferrero evocó los treinta años de amistad que une a los dos y agradeció a su amiga que, recién llegado de su Valencia natal, la introdujo en lo más profundo de la cultura andaluza, el flamenco, haciéndole participar en "largas noches escuchando las pandas de verdiales de Santo Pitar". "Caty huele a biznaga", dijo Sergio, en referencia a una de las flores típicas de Málaga.
La experta en los cantes flamencos recordó que la palabra saeta viene del latín sagitta y en el cante es "una flecha, dardo o arma arrojadiza que se dispara al costado abierto de un Cristo agonizante o Virgen traspasada de dolor". Caty nos proyectó viajes estampas en blanco y negro de míticos cantaores andaluces como Silverio Franconetti o Enrique 'El Mellizo' y explicó que los investigadores sitúan el origen de este canto desgarrado en otros anteriores que se remontan a la Edad Media andaluza, pero no hay acuerdo sobre sus raíces que podrían ser árabes, judías o cristianas vía cantos gregorianos. Ya en el siglo XVIII, la orden de los franciscanos utilizó la saeta penetrante como coplillas en las procesiones para llamar al arrepentimiento de los pecados de la gente a los que se advertía de la posible llegada de la muerte habiendo hecho el mal. En los siglos XVII y XVIII se extendió el laicismo y, a nivel religioso, surgieron cantos como los de Los Campanilleros, todavía presentes en muchos pueblos andaluces, y Los Auroros, un grupo de hombres que cada domingo del año salen a las calles de Arriate (Málaga) a entonar cantos religiosos. A la saeta penetrante sucedió la saeta del pecado mortal, dirigida a "meter miedo a la gente". En el siglo XIX, se cantaba en Puente Genil (Córdoba), Arcos de la Frontera (Cádiz) y San Roque (Cádiz) la llamada 'pasión romanceada' durante las procesiones.
Uno de los momentos más emotivos de la charla fue cuando tres amigos de Caty Casasola, naturales de Minas de Riotinto (Huelva), salieron de entre el público presente y cantaron los ritmos esquileros de su pueblo. Se trata de un canto repetitivo basado en un ritmo musical primitivo, salmódico que se acompaña de un toque de campana único. Luego la conferenciante se adentró en la explosión de la saeta flamenca como se conoce hoy día, que arrancó en la primera parte del siglo XIX, y se paró en detallar los diferentes estilos basados en tonás, martinetes, seguiriyas, carceleras y malagueñas y, por zonas geográficas, se detuvo especialmente en Puente Genil (Córdoba) y Málaga. Por último, citó a grandes del género como Tomás y Pastora Pavón, Manolo Caracol, Antonio Chacón, Manuel Soto y 'El cojo de Málaga'. De los actuales, se detuvo en María 'La faraona', Antonio de Canillas y Pepe de Campillos, que estaba presente en la sala y deleitó a la concurrencia con una sentida saeta dedicada a una imagen de su pueblo.
La propia Caty se puso en pie y, mirando a la imagen que se proyectaba de la Virgen de la Esperanza, la más popular en Málaga, entonó su saeta y fue muy aplaudida al igual que su compañero unos minutos antes.
Entrevista a Caty Casasola en diciembre de 2011:
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