El Teléfono de la Esperanza de Málaga puso
en marcha en el último trimestre de 2020 un nuevo servicio gratuito que consiste en un programa de
acompañamiento de personas mayores que viven solas en colaboración con la
Diputación Provincial. El programa se dirige a todos los vecinos de más de 65
años de edad que residen en los municipios de menos de 20.000 personas en la
provincia de Málaga.
Actualmente hay 52 mujeres y 8 hombres
inscritos en este servicio gratuito al que se accede llamando al 900 92 30 92. Cada uno de ellos recibe una
llamada semanal de uno de nuestros voluntarios y, en los casos que es
necesario, se les atiende también por psicólogos, explica Dolores Donate, coordinadora de esta actividad. El equipo está
integrado por 26 personas, una de ellas trabajadora social, y completó el
seminario online 'Formación para el
acompañamiento en soledad' durante el pasado mes de octubre.
La coordinadora detalla que “la forma que tenemos de funcionar es según disponibilidad de los
voluntarios y los usuarios. Se les llama, al menos, un día a la semana. Si por algún motivo algún día no es posible, por alguna de las partes, se
le llama otro día. Siempre intentando que el usuario no se quede sin su llamada
semanal, que esperan con necesidad y cariño”.
Los mayores tiene todos más de 65 años,
si bien la edad predominante está entre los 70 y 80 años. Alguno alcanza los 93
años de edad. Residen en los cuatro puntos cardinales de la provincia,
concretamente en los municipios de Mollina, Humilladero, Benamargosa, Ojén,
Montejaque, Cortes de la Frontera, Manilva, Estación de Bobadilla, Valle de
Abdalajis, Fuengirola, Villanueva de Tapia, Teba, Campillos y Ardales, entre
otros.
Se trata de pueblos donde sigue habiendo mucho contacto con los vecinos, pero la pandemia ha hecho que se tengan que recluir en sus casas.
Estados de ánimo
“El estado de ánimo que nos transmiten es
de bastante soledad, miedo, e incertidumbre. El tema laboral y económico de sus
hijos y nietos también es algo que les preocupa bastante. Todo esto se ha visto
agravado por la pandemia”, señala Lola
Donate. Sin embargo, lo que más les preocupa es “el no poder ver a sus
familias, al ser una zona rural, la mayoría tiene a los hijos fuera del
municipio en el que viven. Además, algunos no tienen hijos, ni otros familiares”.
La llamada semanal de los voluntarios
del Teléfono de la Esperanza se ha convertido en un acontecimiento para las
vidas de estas personas. “Tienen mucha necesidad de hablar, de expresar sus
sentimientos, de ser escuchados desde la empatía y el cariño. Esperan la
llamada del voluntario con ilusión, han hecho un vínculo de mucha confianza y
respeto”.
El hecho de que semana a semana
voluntarios y personas mayores cultiven la conversación tranquila ha generado
un espacio de mucha cercanía. “Nos cuentan sus historias de vida como si
fuésemos familia. A mí, en particular una mujer me contó algo que dijo no haber
contado nunca a nadie. Según ella, es un secreto que llevaba guardado 60 años”,
revela la coordinador de este servicio de atención a mayores.
Después de que las mujeres y hombres el Teléfono de la Esperanza les escuchen activamente, estos ancianos se muestran aliviados, relajados, contentos y muy agradecidos. Los 26 voluntarios están comprometidos y satisfechos de poder paliar la soledad de los mayores de los pueblos.
“La sensación general de los voluntarios
es incluso de agradecimiento porque para ellos es reconfortante cuando terminan
la llamada y han visto que la persona mayor les agradece mucho el tiempo que se
les ha dedicado, muchas veces sacándoles una sonrisa. Una voluntaria me llegó a
decir que para ella esto le estaba sirviendo incluso como terapia y crecimiento
personal”, indica Dolores Donate.
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