Juan Sánchez Porras recuerda que comenzó a colaborar con el Teléfono de la Esperanza "por casualidad". "Vi un anuncio en un periódico de Málaga, donde vivo, en el que necesitaban voluntarios y me apunté", afirma este psicólogo y pedagogo que ha dedicado toda su vida laboral a la enseñanza. Desde entonces han transcurrido 14 años. Comenzó de orientador y hoy en día es el presidente de esta ONG fundada hace 41 años en Sevilla e implantada actualmente en 25 provincias del Estado, cinco países de Europa y once de Latinoamérica. Juan Sánchez espera que dentro de un año Bizkaia cuente con el Teléfono de la Esperanza.
¿Qué es exactamente el Teléfono de la Esperanza?
Una asociación aconfesional o ecuménica, como se quiera llamar, y apolítica. Aquí caben todas las personas, porque nosotros trabajamos en las personas.
¿Qué servicios presta?
En primer lugar, tenemos un servicio que lo llamamos de asistencia en crisis que se realiza a través del teléfono. Es un servicio anónimo, confidencial y urgente. Este servicio se complementa con otro de atención a nivel asistencial.
¿En qué consiste esa atención asistencial?
En prestar una atención cara a cara, de forma presencial en nuestros locales.
¿Con qué objetivo?
Con el objetivo de ayudar a las personas ante cualquier tipo de problema o situación. Este servicio se presta por psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales y jurídicos de forma gratuita y anónima, donde, insisto, la confidencialidad está garantizada.
¿Algún otro servicio?
Sí. Tenemos otro de atención a las personas que quieren mejorar su calidad de vida emocional.
¿Cómo se hace eso?
A través de grupos específicos de desarrollo personal, en los que se intenta sacar las cualidades positivas de las personas para mejorar su autoestima, el pensamiento positivo y así encontrar más felicidad en la vida.
¿Desde que ha comenzado la crisis, tienen una mayor demanda de sus servicios?
Sí, claro. El Teléfono de la Esperanza es un catalizador más de la sociedad, un termómetro.
¿Dónde lo han notado más?
Depende de las zonas. Allá donde la crisis es más acuciante, el aumento ha sido mayor. En Andalucía, por ejemplo, la demanda ha aumentado hasta en un 15% en algunas provincias.
¿Cómo está afectando la crisis en las personas que ustedes atienden?
De muchas formas. Esta crisis, aunque sea económica, influye en otro tipo de crisis a nivel familiar, afectivo, personal, incluso llega hasta la idea del suicidio, que ya los hemos visto desgraciadamente con el tema de los desahucios.
¿Qué hacen cuando les llama una persona que no puede más y está pensando en suicidarse?
En un primer momento intentamos frenar esa situación a través del teléfono, animándole a que busque anclajes para que vea que la vida no es tan oscura. Posteriormente, intentamos darle una ayuda presencial para ver qué es lo que le ha llevado a esa situación y derivarlo, si es necesario, hacia otro de nuestros servicios.
¿También les piden ayuda económica?
Sí, pero el Teléfono de la Esperanza lo único que hace en este sentido es ayudar a buscar recursos. Si vienen con desahucios o situaciones específicas, lo derivamos a un servicio propio de las administraciones para que puedan conseguir esa ayuda económica que están demandando. Y cuando nos piden comida, les derivamos al Banco de Alimentos o a otras áreas sociales de las instituciones.
¿Con cuántos voluntarios cuentan para desarrollar su labor en todo el Estado ?
Con algo más de 2.000 personas.
¿Cómo va el proyecto para poner en marcha el Teléfono de la Esperanza en Bizkaia?
Muy bien. Yo espero que en menos de un año ya esté operativo el Teléfono.
¿Qué les falta para poder empezar a funcionar?
Un local y recursos económicos. Por eso, hacemos un llamamiento a las instituciones públicas para que nos ayuden en este proyecto.
El problema es que a las instituciones también les ha atrapado la crisis económica.
Es verdad. Lo vemos todos los días con los recortes, pero también es verdad que en un momento de crisis como este es cuando tenemos más demanda que nunca. Por eso, nosotros tenemos que echar mucha imaginación.
¿Ya tienen voluntarios dispuestos a unirse al proyecto en Bizkaia?
Sí. Contamos con 40 personas que ya han recibido los cursos de formación necesarios para poder atender a las personas que acuden donde nosotros.
¿Qué le ha parecido la aceptación que ha tenido su proyecto en Bizkaia desde que hace un año comenzaron a lanzar la idea?
Me ha sorprendido, y no crea que eso lo digo en todas partes. Me ha sorprendido cómo en tan poco tiempo ha emergido en la sociedad vizcaina el sentimiento de querer participar en el proyecto del Teléfono de la Esperanza. Pero bueno, ya sabía que Bizkaia es un territorio muy solidario. Aquí hay muchas ONG implantadas.
¿Qué les diría a las personas que quieren colaborar con la ONG que usted preside?
Que se animen porque lo que hacemos nosotros produce una satisfacción enorme. Yo también animaría a la gente que está en situación de paro a que se acerque al Teléfono de la Esperanza o a otra ONG para que ayude, porque le va a generar un gran positivismo.
¿Cuál es el perfil del voluntariado en el Teléfono de la Esperanza?
El perfil es el de una mujer de 35 a 55 años. Una vez más, la mujer nos sigue ganando en este terreno del mundo de las emociones y las ayudas.
Usted se encuentra en Bilbao para impartir cursos. ¿Qué tipo de cursos?
En el Teléfono de la Esperanza, un voluntario necesita realizar tres cursos para que pueda desarrollar su labor. Uno es de conocimiento a sí mismo, otro de decrecimiento personal y el último es el curso de relación de ayuda.
Texto y fotos: diario 'Deia'
La entrevista se publicó el pasado 3 de febrero
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