Antonio Badillo. Psicólogo y voluntario en el Teléfono de la Esperanza
Ser uno mismo. Se ha
convertido en una frase hecha que forma parte del lenguaje habitual y todo un
clásico de la literatura de autoayuda. Tiene un sentido positivo cuando se
expresa con intención de animar a alguien a que tome sus propias decisiones,
pero también en ocasiones expresa importantes prejuicios. Y es que a
menudo quien lo expresa sostiene una actitud de no tener nada que aprender de
nadie, que todo lo necesario para desarrollarse lo lleva ya consigo y también
como excusa para hacer lo que le viene en gana a cada momento sin tener en
cuenta las consecuencias que su conducta tenga sobre los demás. Es fácil
adivinar la autosuficiencia y la prepotencia que emanan de estas actitudes más
frecuentes de lo deseable en la sociedad egocéntrica y narcisista en que
vivimos. El verdadero
sentido de la frase viene a ser otro muy distinto; ser uno mismo es un proceso complejo
que puede y debe, durar toda una vida, puesto que llegar a ser uno mismo es
llegar a conocerse y ésta es una tarea que nunca se concluye del todo. Es
necesario conocer qué queremos ser y después ser fieles a ello, en un
itinerario personal que lleva consigo un descubrimiento incesante y una
corrección perpetua.
Algunos
procesos a tener en cuenta en el camino para llegar a ser uno mismo son:
Aprender. La vida es un continuo proceso de
aprendizaje; muchos de estos aprendizajes son gozosos y otros dolorosos. El dar
con la clave motivadora para “aprender a aprender” es de vital importancia para
vivir la vida con todas las posibilidades de plenitud de lo humano y no pasar
por ella sólo sobreviviendo. Los aprendizajes que generalmente nos enseñan a
ser nosotros mismos los recibimos de otras personas y acontecen muchas veces en
nuestras vidas sin que los busquemos, siempre que estemos con los oídos
abiertos a lo que la vida quiera decirnos.
Desaprender. Vivimos en una época de cambios vertiginosos,
tanto en lo tecnológico como en lo social.
Aprender no consiste sólo en adquirir nuevos conocimientos, sino también
en saber deshacerse de los antiguos aprendizajes que ya no se adecuan a la
nueva visión de la realidad. Pero en muchas ocasiones experimentamos una
dificultad para deshacernos de nuestras creencias, cuando hacerlo supone asumir
riesgos existenciales o bien distanciarse de figuras de apego poderosas en
nuestro universo afectivo. También resulta difícil reconocer en nosotros mismos
pensamientos que no son genuinamente nuestros, sino que
han sido creadas por ese Otro impersonal (el grupo, la sociedad) y que
mantenemos por una cuestión de seguridad. Desaprender es de vital importancia
para poder ser de verdad nosotros mismos, lo que supone una cuestión de
libertad afectiva, sustituir el apoyo ambiental por un auténtico autoapoyo.
Será la libertad afectiva y el contacto con nuestra propia experiencia, las que
decidirán la calidad de nuestros desaprendizajes. Es urgente la tarea de
deshacernos de aquello que no dé la talla de nuestra estatura personal si
queremos ser de verdad nosotros mismos.
Decidir. Decidir es vivir, y cada vez que
tomamos una decisión tomamos la decisión más importante, la de optar por la
vida. Muchas veces pensamos que decidir es simplemente hacer una comparación
entre las ventajas y alternativas de diferentes opciones, sin tener en cuenta los
miedos y las impresiones que anidan dentro de cada persona y que a veces se
confunden con los ideales. Para tomar decisiones es necesario tener la actitud
de optar por la felicidad y la vida como principios y esto que parece fácil no
lo es al menos en lo relativo a las vivencias interiores, donde muchas veces
nos regodeamos con los que nos culpabiliza, nos disminuye o nos condena.
El sentido de la vida. Supone desarrollar actitudes básicas
en favor de la vida, que pasen por elegir la felicidad para mí mismo y para los
demás, huyendo de las imágenes empobrecedoras de lo humano que nos ofrece la
sociedad de hoy con fines manipuladores, que hunden la autoestima, llenan de
culpabilidad e inducen a vivir la vida con negatividad. En un tiempo
en que presumimos de tener la autenticidad como uno de nuestros valores
supremos, sería bueno que nos atreviéramos a vivir la vida de verdad pensando por
nosotros mismos, haciéndonos preguntas abiertas ante lo que nos sucede y
dándonos permiso para experimentar, en
diálogo continuo con la realidad y su horizonte provocativo.
2 comentarios:
Hola Antonio,
soy Pilar, coincidimos en enero en el curso de Bionergética, Heidi...recuerdas??
Me gusta mucho lo que has escrito sobre la autenticidad, durante 7 años de mi vida adulta, que viví sóla tenía una frase en mi nevera que decía: "una es auténtica cuanto más se parezca a lo que siempre ha soñado de si misma". Ahora, en mi madurez, entiendo mucho mejor ciertas conductas que tuve durante mi adolescencia y juventud.....luchando, sin darme cuenta que buscaba mi camino, el que yo quería, y no por dónde me empujaban. Doy gracias a esa inestabilidad, sufrimientos, resistencia, frustraciones, desequilibríos e incluso agresividad que hubo en mi vida durante muchos años, porque AHORA soy YO MISMA, AUTÉNTICA, me encanta como soy. Ha merecido la pena.
Gracias por compartir tus conocimientos, me apasiona aprender, ya que crezco.
un abrazo muy fuerte
Lo importante en la vida es ser uno mismo, auténtico, sincero y veraz, sin hipocresía ni dobleces, aceptando la responsabilidad de los propios sentimientos, emociones, actos y conductas, y siendo coherente con lo que uno es, admitiendo la realidad objetiva y a los demás como son, sin creerse superior a nadie. Y no mostrándote nunca distinto con lo que se es, que no haya contradicción entre lo que uno piensa y lo que uno dice, ni mucho menos con lo que uno hace. Ser auténtico es lo que conforma tu vida, tu estilo, tus intereses, tus prioridades y principios. Es parecer lo que se es de verdad, en un mundo lleno de falsos, que escasea mucho la autenticidad...
Si la inteligencia es la forma de saber adaptarse al cambio y sacar lo mejor de la adversidad, es decir conseguir hacer de lo difícil, lo sencillo, entonces la autenticidad es la manera de llegar a la verdad desde uno mismo. Por el camino de la autenticidad, que no digo que sea fácil, se logra tener una vida más feliz, que no es otra cosa que haber sabido obtener de la vida su máximo jugo dentro de tus posibilidades, que no son iguales para todos.
Ser auténtico te tranquiliza y relaja, te quita de mucha angustia y ansiedad de querer ser quien no eres y de tener que hacer lo que no quieres, en realidad te libera de la falsedad y la mentira para que de esa forma puedas mantener relaciones veraces y buenas, aunque sin fingir puede que sean muchas menos de las que desearías.
ARTURO KORTÁZAR AZPILIKUETA MARTIKORENA ©
Publicar un comentario