Psicólogo y pedagogo, sostiene que la crisis destapa valores que se desconocían. Cree que el Teléfono de la Esperanza se justifica con haber podidosalvar una sola vida ensus 40 años de existencia
Esperanza Codina / Abc
–¿Cómo ha afectado la crisis al servicio que presta el Teléfono de la Esperanza?
–Las llamadas han aumentado entre un 15 y un 20 por ciento (en 2011 se recibieron casi 126.000). La crisis es un conflicto que supone tensión, desequilibrio, ruptura. Y si hay otros problemas anteriores, se hace mayor.
–¿Cómo está la salud emocional de la gente?
–Hay mucha tensión. Hay un contagio enorme de desencanto, de desesperanza y de pesimismo porque se piensa que la situación va a ir a peor. Sólo hay que mirar los medios de comunicación, donde la crisis se manifiesta continuamente. Los medios tendrían ahora una labor importante en crear esperanza, ilusión, lanzar mensajes optimistas. Estamos ávidos de algo que nos ilusione, como un partido de fútbol.Las crisis son situaciones de cambio y se puede pensar también que la gente puede mejorar su vida, que a veces se trata de una oportunidad.
–¿Pero qué hacemos? Los problemas están ahí.
–Sí, la situación es grave. Hay muchos pensionistas que están soportando la crisis, hijos que vuelven con sus familias y las pensiones son insuficientes.El otro día me decían que las clases medias eran los nuevos pobres educados.ONG como Bancosol están atendiendo a gente que antes era impensable que estuviera en una cola para recibir alimentos. El paro no es sólo la situación económica, está provocando también un sentimiento de culpa y de vergüenza social y una falta grande de autoestima. Hay casos en los que el parado no quiere que la familia de su cónyuge se entere de que no tiene trabajo. Y si el ambiente familiar es equilibrado, se puede compartir y encontrar comprensión.
–¿Se reacciona a la crisis con empatía hacia los demás o con egoísmo?
–Se dan ambas cosas. Creo que hay un momento de crecimiento personal. Hay mucha situación empática porquela gente sabe, comprende y le duele lo que le pasa al de al lado. El que está en paro está mal, pero el que está trabajando ve su situación inestable. Si existen valores, se acrecientan y hay solidaridad con el que está al lado, pero las crisis también puede provocar agresividad.Cuando una relación de pareja va mal, puede ser explosiva. Si hay un caldo de cultivo, aumenta la agresividady lo que temo es la agresividad social en la calle.
–¿Qué ofrece el Teléfono de la Esperanza?
–Tenemos un servicio permanente de orientación por teléfono las 24 horas del día; asesoramiento e intervención profesional con entrevistas personales gratuitas, un servicio de orientación laboral y talleres. Queremos crear un programa específico para la gente que está en paro y otro proyecto futuro que tenemos en ciernes es Telesperanza Digital, basado en las nuevas tecnologías para que cualquier persona del mundo pueda ser atendida a través deinternet.
–¿Cuál es el principal problema de la gente que llama?
–La soledad. Cuando alguien tiene que recurrir a un teléfono para que una persona anónima le atienda significa que está solo, que no tiene a nadie con quien compartir su angustia, tensión o conflicto. Detrás puede haber problemas psicológicos y psiquiátricos, que son los más usuales, de familia, jurídicos o religiosos.
–¿Cómo se calma a una persona desesperada?
–Es fundamental tener una escucha activa y una comunicación empática, saber lo que pasa, ponerse en su lugar.Al orientador se le forma durante más de un año antes de empezar a recibir llamadas y tiene que intentar hacer emerger las cualidades de quien está al otro lado del teléfono. Si ve que la llamada no queda resuelta, se le deriva a un profesional de nuestra propia sede. En España contamos con casi 2.000 voluntarios y 41 personas contratadas.
–Las necesidades sociales crecen, pero estamos abocados a los recortes. ¿Cómo se afronta eso?
–Hay más necesidades y se requieren más medios, pero la crisis está aumentando el número de voluntarios.Para aguantar los recortes de la administración hay que echarle imaginación e intentar depender cada vez menos de las subvenciones. Buscar recursos propios, como eventos deportivos, culturales o lotería. Las ONG que no sean capaces de autogestionarse a nivel económico van a desaparecer.
–¿Existe un perfil de las personas que llaman al Teléfono?
–Normalmente es una mujer de entre 35 y 55 años, con cargas familiares que le crean estados de ansiedad.
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