El santón sufí Shams-e Tabrizi cuenta acerca de sí mismo la siguiente historia:
Desde que era niño se me ha considerado un inadaptado. Nadie parecía entenderme.
Mi propio padre me dijo en cierta ocasión: "No estás lo suficientemente loco para estar encerrado en un manicomio ni eres lo bastante introvertido como para meterte en un monasterio. No sé que hacer contigo".
Yo le respondí: "Una vez pusieron un huevo de pata a que lo incubara una gallina. Cuando rompió el cascarón, el patito se puso a caminar junto a la gallina madre, hasta que llegaron a un estanque. El patito se fue derecho al agua, mientras la gallina se quedaba en la orilla cloqueando angustiadamente. Pues bien, querido padre, yo me he metido en el océano y he encontrado en él mi hogar. Pero tú no puedes echarme la culpa de haberte quedado en la orilla".
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