jueves, 16 de enero de 2014

5 consejos para tener un año 2014 feliz



Antonio Badillo
Psicólogo y voluntario del Teléfono de la Esperanza

Durante las fiestas navideñas y con el comienzo de cada año, se multiplican los deseos de felicidad que nos damos los unos a los otros de cara al nuevo período que se avecina. ¿Cómo podemos encontrar esa felicidad que tan arduamente buscamos y que no siempre encontramos? He aquí algunos apuntes para hacer del 2.014 un año un poco más feliz para todos.
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   1.- Lo primero, seamos negativos. Uno de los obstáculos para acercarse a la felicidad estriba en mezclarla con el optimismo como condición sine qua non para alcanzarla. ¿el vaso está medio lleno o medio vacío? La respuesta socialmente deseada sería decir que está medio lleno, aunque sea falso. El vaso está a la mitad; uno de los ingredientes necesarios para acercarse a la felicidad es ser objetivo con los hechos que nos rodean, y para ello es necesario ver también los contras de una situación, no sólo los pros. Considerar también lo negativo de las situaciones ayuda a evitar autoengaños, a tomar mayor contacto con la realidad y a tomar decisiones más constructivas.
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   2.- Sentirnos libres. Una de las claves para que la felicidad sea intensa es tener libertad. Somos nosotros mismos muchas veces los que coaccionamos nuestra libertad con nuestros miedos. Aunque hay factores externos a la persona que modulan su libertad, la falta de empuje vital y la paralización ante lo que nos limita en nuestra experiencia depende mucho de las vivencias internas de cada uno de nosotros, de la poca seguridad en uno mismo, de la baja autoestima y las dependencias emocionales. Dependencias que no están siempre relacionadas con personas, sino que también giran en torno a sustancias, trabajo, compras compulsivas, objetos, alimentación o culto al cuerpo, que paralizan la expansión personal y que son lo contrario a la libertad ya que esclavizan marcando hábitos, a veces muy valorados socialmente por el entorno, pero que limitan las posibilidades de vivir creativamente.
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   3.-Tengo tantos deseos para poder ser feliz que no llego nunca a serlo. En esta cultura que sobrevalora los logros y la eficacia, nos ofuscamos por conseguir nuestras metas, a veces hasta el punto en que esa meta se convierte en una auténtica obsesión. Se da muchas veces el caso de que, una vez alcanzada la meta y el objeto de deseo, la persona se sienta aún más desgraciada y vacía que cuando iba en su búsqueda, al darse cuenta de que la felicidad prometida no se encontraba tras ese logro,  ya que las nuevas metas conseguidas también implican a veces nuevos problemas y responsabilidades, y vuelva a encontrarse con su insatisfacción vital. La respuesta en estos casos suele ser volver a ponerse en marcha para alcanzar un nuevo deseo, creyendo que en el futuro, cuando se alcance, llegará la felicidad, y esta vez sí será la definitiva. El resultado suele ser igual que con el logro del deseo anterior, salvo que las insatisfacciones repetidas hagan reflexionar a la persona acerca de que es en el presente y no en el futuro, en los momentos que experimentamos en el camino que nos lleva a la meta donde más felicidad podemos encontrar, como tan lúcidamente expresara Kostas Kavafis en su poema “Ítaca”.
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  4.- Ejercer de uno mismo. Otra de las realidades que se baraja a la hora de ser feliz se relaciona con ser uno mismo. Esto tiene que ver con ser lo más genuino y auténtico posible. Todos nosotros tenemos nuestro propio carácter, dotado con sus herramientas de personalidad; elaborar esas tendencias nuestras tales como procesos creativos, pensamientos románticos, actitudes idealistas nos conduce a encontrar la esencia de nuestra personalidad más verdadera. Estas tendencias auténticas pueden haber sido coaccionadas por el entorno y consideradas como carentes de valor. Algo que proporciona felicidad es el comportarnos tal como somos sin mediatizarnos por presiones internas o externas, ya que existe un nexo común de la libertad con la identidad y de ambas con la felicidad. Lo deseable es que la persona actúe desde el núcleo de su verdadera identidad, sabiendo ser quién es con virtudes y defectos, respetando a los demás pero trascendiendo de las opiniones externas, para desarrollar una auténtica seguridad en sí mismo.
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   5.- El amor. La felicidad necesita de afectividad: tener y sentir amor por alguien es fundamental. El ser humano tiene una gran capacidad para amar, pero ésta sólo puede llevarse a cabo si se asume a sí mismo en su grandeza y en su pequeñez, en sus virtudes y sus defectos. Si se asume la imperfección que a todos nos rodea como seres que estamos en un constante proyecto de hacernos, ciertamente podemos llegar a tener una capacidad de amar, no sólo en un amor erótico o un enamoramiento sino también en la valoración del otro en un amor fraterno, cercano y humano.

Con mis mejores deseos de paz y felicidad para los lectores de “El tiempo de la esperanza”, Feliz 2.014. Un abrazo a todos.

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