Antonio Badillo
Psicólogo y voluntario en el Teléfono de la Esperanza
Lo
que comúnmente llamamos problemas no son realidades objetivas, sino
construcciones subjetivas que hace cada persona a partir de la interacción
entre sus condiciones vitales y la interpretación que hace de las mismas. Cada
grupo de individuos (una familia, una organización, una sociedad, en
definitiva, una cultura) ofrece una serie de soluciones predeterminadas para
resolver los problemas más comunes que presenta la existencia. Estas soluciones
pueden ser totalmente ineficaces en orden a resolver las situaciones
problemáticas y sin embargo, los individuos pertenecientes a cada cultura las
siguen empleando de forma automática e irreflexiva, a pesar de no conseguir los
objetivos deseados.
Un
antropólogo pasó varios meses estudiando las costumbres culturales de un
poblado de esquimales. Compartía con ellos todas sus actividades, como si fuera
un miembro más de la tribu.
En
una ocasión, mientras les acompañaba en las tareas de la pesca, a las que se
dedicaban mayoritariamente los habitantes del poblado, su canoa volcó y quedó
cabeza abajo dentro del agua. Como buen antropólogo, empleó el conocido refrán
“Donde fueres, haz lo que vieres” y adaptó su conducta a las pautas del grupo
objeto de su estudio, que consistían en que, en caso de vuelco de la canoa,
ésta no debía ser abandonada bajo ningún concepto. Así que intentó con todas
sus fuerzas volver la canoa a su posición original, hasta casi ahogarse, pero
por más que lo intentó no lo consiguió. En vista del riesgo de morir ahogado,
decidió abandonar la canoa y pudo llegar nadando fácilmente hasta la costa.
Cuando
llegó a la orilla, preguntó a los pescadores, cuál era la razón de mantener un
modo de actuar que suponía tanto riesgo de morir ahogado, y la respuesta le
dejó estupefacto: ninguno de los esquimales sabía nadar, y por eso dejar la
canoa era una acción que no podían ni considerar.
Lo
que denominamos habitualmente problemas son situaciones conflictivas de la vida
cuya resolución parece programada según una serie de prácticas comunes a todos
los miembros de una determinada sociedad. Prácticas que son consideradas como
lo socialmente correcto, aunque en realidad, la pauta de acciones establecidas
no sirva para nada útil, como pudo comprobar el antropólogo de nuestra
historia, y la verdadera solución consista en hacer algo distinto a lo
establecido: aprender a nadar.
Alguien
puede pensar que sólo siguen pautas inútiles para resolver sus problemas las civilizaciones
que están lejos de la nuestra en términos de progreso tecnológico, pero no es
así; también en nuestra tecnificada sociedad seguimos fiel e irracionalmente
prácticas culturales que nos llevan, una y otra vez, a ahogarnos con la canoa.
Algunas
prácticas de “solución” de problemas imperantes en nuestra cultura, y que no
aportan solución alguna, son:
- FORZAR LO ESPONTÁNEO. Cuando en su devenir natural, algunos hechos siguen caminos distintos al de nuestras preferencias personales, o queremos conseguir inmediatamente aquello que sólo puede llegar a su debido tiempo, la pauta que se establece en nuestra cultura como correcta es que debemos torcer el devenir de los hechos a cualquier precio. Así, agarrándonos a los “DEBERÍA” “TIENE QUE”, pretendemos que los acontecimientos se ajusten a nuestros deseos sin tener en cuenta la naturaleza de estos acontecimientos. Éste es un modo bastante común de meterse en un callejón de difícil salida.
- APLAZAR LO TEMIDO. Si tenemos miedo de enfrentarnos a una situación, está bien visto aplazar su afrontamiento y se aceptan las excusas que habitualmente se dan en estos casos. La evitación permite a estas personas disminuir a corto plazo su angustia, a costa de incrementar el problema a largo plazo.
- ESCALADA CONFLICTIVA. Cuando sentimos que otra persona amenaza nuestro territorio personal, nuestra posición, privilegios, zona de influencia o status (no tiene que producirse una amenaza real, basta con que la conducta del otro sea interpretada en estos términos) está bien visto empeñarse en una pugna en la que sólo podemos considerarnos vencedores si conseguimos derrotar al supuesto adversario. Se establece una escalada sin fin de comportamientos conflictivos en la que cada uno desea colocarse por encima del adversario ya que nadie desea sentir que está por debajo, lo que puede llegar a provocar la ruptura total de la relación.
- REBELIÓN AUTOACUSADORA. Si sentimos que estamos siendo injustamente tratados por otra persona, se nos enseña que la respuesta adecuada es que debemos rebelarnos e intentar convencer a quien nos trata injustamente de que está en un error con respecto a nosotros. Sin embargo, esta rebelión sólo consigue provocar nuevos ataques, y la otra parte mantiene intactos sus prejuicios hacia nosotros.
Si algunas de estas“soluciones” no produce el resultado deseado, la inclinación
habitual de los seres humanos es a seguir intentado lo mismo pero con más
intensidad y siempre en la misma dirección. Cuando los intentos repetidos de
solución dejan sistemáticamente en el punto de partida del problema, podemos
decir sin lugar a dudas que la solución intentada se ha convertido en el
problema mismo.
Muchas
personas no entienden cómo, a pesar de sus muchos esfuerzos, no consiguen
resolver sus problemas de modo deseado. Si para estas personas la solución
intentada se ha convertido en el problema mismo, a más cantidad de supuesta
solución por una parte, le responde más cantidad de problema por la otra. Hay
que decir en esto momento una verdad simple
y obvia, pero nunca suficientemente repetida:
“Si lo que estás haciendo no funcion prueba a hacer algo distinto y espera a ver qué ocurre”
No hay comentarios:
Publicar un comentario