Jesús Soriano Madrid, presidente internacional del Teléfono de la Esperanza, recorre durante este mes de agosto sedes de la organización en Argentina, Perú y Chile, entre otros países. El diario chileno 'La Discusión' lo entrevistó con motivo de su visita a Chillán y reproduzco aquí el texto.
No parece el sacerdote franciscano capuchino que es, pero al hablar con Jesús Madrid Soriano (70) de inmediato se advierten en él rasgos que inequívocamente indican que estamos ante un hombre de fe. Madrid es el presidente mundial del Teléfono de la Esperanza y visitó nuestra ciudad con motivo del décimo aniversario de la ONG en Chillán. Su difunto hermano -Serafín- fue el fundador de la idea en España a inicios de los 70 y desde allí el 'Teléfono' se ha expandido a todo el globo con un éxito que miles de personas agradecen día a día tras reconquistar las ganas de vivir. Visitó 'La Discusión' y, además de lanzar su mensaje de cooperación y ayuda fraterna, destacó la fuerza con que los chillanejos han entendido la obra y la han puesto en práctica.
¿Cómo surgió la idea de el Teléfono de la Esperanza?
El fundador fue mi hermano. Él creó la Clínica de San Juan de Dios en Lima y estaba muy sensibilizado con todo el dolor humano, así que se dio cuenta que era imposible que un centro asistencial pudiera responder a ello. Así comenzó a ver la opción de ocupar el medio que estaba en plena expansión en España -era 1970- y se reunió con un grupo de profesionales para canalizar la buena voluntad de la gente y escuchar los problemas de los demás. Serafín murió casi al año en un accidente de tráfico, pero otro hermano tomó la posta y comenzó a extenderse la idea por toda España.
¿Cómo fue recibida la idea en un inicio?
Al principio hubo suspicacia. ¿Cómo voy a contar mi problema a un desconocido y por teléfono? La gente pensaba que nadie llamaría, pero sí hubo contactos y los medios ayudaron mucho para masificar. Ustedes los medios están en la calle y palpan los problemas de la gente, ustedes son nuestros mejores amigos por la difusión que nos prestan. En el Teléfono no nos importan los credos ni la política, sólo nos interesa tender una mano a la persona que sufre.
¿De qué forma llega el Teléfono a nuestro país?
Una colaboradora de Valencia era hermana del sacerdote José Luis Ysern y al venir de vacaciones, él conoció la experiencia, formó un grupo y trajo la idea a esta ciudad.
¿Cómo ve la evolución del Teléfono en Chillán?
Creo que acá la evaluación es positiva, que se va consolidando y que los medios de comunicación han ayudado mucho en todo eso, pero ya se necesita dar otro paso al frente y para eso hará falta la cooperación de todos. Ya dice el dicho que obras son amores y no buenas razones... las buenas voluntades se deben traducir también en apoyos reales y efectivos, tanto en suministrar recursos humanos como económicos o si no la posibilidad de dinamismo y extenderse a otros campos queda limitada.
¿Cooperamos los chilenos en general?
Colaboran, no en la medida en que se colabora en España y el resto de Europa. Aquí parece ser que se encuentran más dificultades de cooperación económica.
¿Detecta los mismo problemas en España, Perú, Argentina y Chile?
Efectivamente, si nos fijamos de manera superficial nos damos cuenta de que diferente somos todos, pero si pretendemos es profundizar, todos somos humanos y no hay grandes diferencias entre todos. Yo dirigí cursos acá en Chillán hace un par de años y los he dirigido en otros países encontrando en el fondo los mismos problemas sólo con matices diferentes. A la hora de la verdad no he tenido ni la más mínima dificultad en comprender los problemas de uno y otro lados, somos todos humanos.
¿Por qué estamos detectando tantos casos de depresión en estos tiempos?
Es cierto, pero también lo es el que hoy tenemos más conciencia de ello. Antes muchos problemas sucedían y allí estaban. Ciertamente que la frustración es importante y genera depresión. Cuando lo importante es el triunfo, el éxito y este no llega viene la frustración y luego la depresión, la pena. En el mundo se van perdiendo los vínculos familiares y eso hace que la persona se sienta sola e indefensa, en lo que es otra fuente de depresión. Finalmente la pérdida de valores y un sentido de existencia de la vida también la genera. Cuando no sé para qué vivo y por qué vivo no estoy preparado para cualquier dificultad que se pueda presentar, ni menos para afrontarla... tampoco podemos afrontar el fracaso y ello hace que la depresión abunde.
¿Qué otras ideas surgen de cooperación, de nuevos proyectos e iniciativas para ir en ayuda de las personas?
El año que viene celebramos el 40º aniversario y pensaremos en el futuro. El futuro son las nuevas tecnologías y el ver como utilizar esas nuevas plataformas para ayudar es la tarea pendiente. Es un punto muy importante que desarrollaremos, tenemos convenios con universidades y creemos que alcanzaremos nuestros propósitos porque ya estamos trabajando para ello.
¿A qué problemas cree que nos enfrentaremos como humanos en el futuro?
El problema que ya ha comenzado es que necesitamos profundizar en lo relacional. Hasta ahora la definición de persona tiene que ver con la razón, pero ya vemos que es importante lo relacional porque el contacto con los otros es lo que nos hace verdaderamente humanos. La gran pobreza es que tenemos ideas, pero poco corazón, los vínculos se van trivializando, gana la competitividad y todo a la larga empobrece a la persona. O dotamos a la persona de un contenido profundo o sencillamente cada vez la vamos a ver más como una cosa efímera.
¿Qué importancia tiene la espiritualidad en todo esto?
Entiendo que puede servir de base y fundamento para muchas cosas. Un sentido de trascendencia es fundamental para llenar de contenido y significado a una vida, independientemente del credo. Creo también es importante para soportar las dificultades, los problemillas, los fracasos, la enfermedad, la muerte y la frustración. Si todo termina aquí no deja de ser un gran absurdo vivir, luchar y hacer.
1 comentario:
Nos hemos anquilosados desde lo espiritual. No hemos sabido conservar la raíz primigenia de las cosas; lo esencial y verdadero que tenemos cada uno de nosotros. La perfección de la persona es un reto constante (y obligación ética y moral) a lo largo de toda nuestra vida…
Todos deberíamos ser “parteros” de nosotros mismos, pero…esta sociedad no nos lo está poniendo fácil. La reconciliación de nuestra vida social/profesional respecto a “Nuestra Verdadera Vida” (recomiendo releer a León Tolstói) tendrá que ser una “obligación” si no queremos dejar de existir como Personas.
Saludos Luís
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